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Haiga o no haiga… una explicación

Por Sergio Álvarez Uribe

Es muy común en ambientes académicos que alguna persona diga haiga y todos al unísono digan haya para corregir lo que se considera, sin mucho análisis, un barbarismo. Sin embargo, tanto los que dicen en coro haya como la persona que escucha el eco de su equivocación no tienen muy claro por qué debe ser haya en lugar de haiga, y mucho menos tienen claro que haiga sí existe. Haiga es una conjugación del verbo haber algo problemática y un sustantivo con dos significados poco conocidos.

Lo problemático de haiga usado como primera o tercera persona del subjuntivo del verbo haber es que en la mayoría de contextos es reconocido como una forma equivocada de conjugación en la que debería usarse haya. Pero sucede que hay otros contextos en los que es perfectamente aceptable y cumple su función comunicativa de expresar la posibilidad de la existencia o no de algo. Un estudio sobre el español del Caribe ha registrado, incluso, usos de haiga en el habla considerada culta (Izquierdo, 2011). Parece entonces que no solo se trata de razones sin discusión sino de usos  identificados en determinados casos como problemáticos. Lope Blanch (1972) caracterizó el problema de la norma lingüística del español a través del concepto de prestigio que puede explicar en gran parte por qué debe usarse haya y no haiga.

Una explicación más sencilla y lógica puede ser que haiga es resultado de una asociación con las formas verbales traiga y caiga. La asociación es un fenómeno que la mayoría de las veces favorece el aprendizaje de una lengua al transferir un uso aceptado a una situación considerada equivalente. Pero la asociación no siempre es acertada porque existen demasiados factores, muchos de ellos extralingüísticos, que influyen en la escogencia de una forma sobre otra para que eventualmente una palabra se fije como normal o correcta.

Una explicación más filológica, que demanda mayor documentación, tiene que ver con la grafía ig que según Pérez Esáin (2015) se usaba en la Edad Media para el sonido de y. El autor sustenta esta explicación convencido de que “las palabras tienen en su significado la historia de su procedencia” (párr. 1, 2015). Se puede deducir entonces que muchos hablantes prefirieron seguir el sonido literal de ig y por eso la popularidad del uso de haiga en lugar de haya. En consecuencia, el uso de haiga hoy es calificado en muchos casos como un arcaísmo por lo anticuado o como un vulgarismo por referencia al grupo de personas del común, sin mucho acceso a la educación, entre los que haiga se volvió popular. La discusión a este respecto puede llegar hasta la evolución de otros verbos como roer, la existencia registrada en el español antiguo de trayo en vez de traigo, la relación con fenómenos similares en otras lenguas romances (Epilio, 2009) y la aparición de haiga en el judeoespañol (Ariza, 2005).


 

La consideración de vulgarismo dio origen en España al uso de haiga como sustantivo para referirse a un automóvil grande y ostentoso. Este significado es el único que recoge el diccionario de la Real Academia de la Lengua en el que se especifica su uso coloquial y con un sentido irónico. El sentido irónico viene de la frase repetida por cierta clase emergente de nuevos ricos cuando les preguntaban qué coche querían comprar y respondían: “el más grande que haiga”. Por su origen, este significado se puede considerar como un españolismo poco frecuente.

Ahora bien, el segundo significado de haiga como sustantivo no tiene ninguna discusión y hace referencia a un tipo de arte pictórico de origen japonés basado en la composición poética, también de origen japonés, denominada haikú. Y aunque existe una revista en línea especializada en este tipo de arte, es casi desconocido.

En últimas, el lenguaje es de los hablantes. Si los hablantes perciben el uso de una palabra como normal entonces es normal. Aunque hay casos en los que la normalidad puede estar reducida a una comunidad muy pequeña, o comunidad nuclear como lo establecen Parodi y Ana (1997), y al salir de ella cabe la posibilidad de enfrentarse a ser señalado o estigmatizado así haiga o no una explicación… perdón, haya. Así que la próxima vez que piense en usar haiga, o en corregir a alguien que usa haiga, piénselo dos veces.

 


 

Referencias:

Ariza, M. (2005). Algunas notas de fonética y de léxico del judeoespañol. Anuario 2005. Centro Virtual Cervantes. Recuperado de http://cvc.cervantes.es/lengua/anuario/anuario_05/ariza/p03.htm

Epilio, (18 de noviembre de 2009). Castellano: -ig, y. Recuperado de http://forum.wordreference.com/threads/castellano-ig-y.1605520/

Izquierdo, M.A. (2011). Fenómenos gramaticales en el habla culta de la generación joven de La Habana, Cuba. Materiales para su estudio. Itinerarios, 13, 29-51.

Lope Blanch, J.M. (1972). El concepto de prestigio y la norma lingüística del español. Anuario de Letras, 10.

Parodi, C. & Ana, O.S. (1997). Tipología de comunidades de habla: del español rural al estándar. Nueva Revista de Filología Hispánica, 305-320.

Pérez Esáin, C. (9 de marzo de 2015). “Donde dije Diego digo digo…”. Castellano Actual, Universidad de Piura, Perú. Recuperado de http://castellanoactual.com/donde-dije-diego-digo-digo/

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