El reto de la vigilancia de la salud pública: desde lo local a lo global

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Carlos Castillo, director del Observatorio de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg.

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27 jul 2017

“Las enfermedades que antes irrumpían en el bienestar de las personas cada cien años, hoy emergen cada dos o tres”. Esta fue una de las principales advertencias que Carlos Castillo Salgado, profesor de epidemiología y director del Observatorio de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg, detalló en el más reciente foro sobre salud global, realizado el 25 de julio en el auditorio de la Universidad del Norte. 

El también integrante de la Academia Nacional de Medicina de México explicó a los asistentes, en su mayoría estudiantes de Medicina, que se trata de un “fenómeno globalizador dentro de la epidemiología”, paralelo a la formación de los observatorios de salud pública en el mundo.

“La movilización masiva de productos y personas hoy hace imposible analizar la salud global sin conocer la local. Nos obliga a hacer una nueva vigilancia en tiempo real”, argumentó Castillo Salgado desde el atril.

Dentro de las nuevas pautas que requieren los observatorios de salud pública, encomienda hecha por la Organización Mundial de la Salud (OMS), manifestó que la vigilancia e inteligencia epidemiológica requiere la “caracterización de actores a nivel local”, reconocer las diferencias socioeconómicas en los barrios y generar evidencia para la respuesta de problemas concretos, como la fiebre amarilla. 

De acuerdo con comisiones de prevención de Estados Unidos y de Canadá, el 65% de lo que se ha hecho en salud pública “no sirve” porque nunca fue evaluada su efectividad. Por esta razón los observatorios deben velar por “usar la información existente y ponerla al servicio de programas de prevención, trabajar con causalidades explícitas en sus investigaciones y establecer mecanismos de intervención”.

Pero para Castillo Salgado la sola globalización no acarrea los nuevos retos de esta vigilancia. El envejecimiento de la población, los conflictos armados y los desastres naturales son otros de los factores que conllevan al déficit en salud, a una distribución desigual de los profesionales del gremio en las poblaciones y un cambio de comportamiento y expectativas de los usuarios con estos.

“Los períodos de latencia y de incubación de todas las enfermedades son más largos que la trayectoria que realiza actualmente la globalización. Nos obliga a estar en alerta para esperar el nuevo ciclo de enfermedades desconocidas que aparecen”, puntualizó.

Otros de los invitados internacionales del foro, Mario Roberto Dal Poz, profesor del Instituto de Medicina Social de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, habló del papel del estado y la responsabilidad del personal sanitario en los países de medianos y bajo ingresos. 

El docente, que coordina desde 2014 una investigación sobre la crisis global en la Fuerza de Trabajo en Salud (FTS) y la perspectiva del profesional sanitario, explicó que las crisis económicas y los problemas sociales consecuentes llevan a la migración de los profesionales de la salud. Uno de los desafíos es precisamente atraerlos a las zonas remotas y reducir la mala distribución.

Según análisis hechos en 2012 por la Comisión Europea, para 2020 el déficit estimado de médicos será de 230.000, de enfermeras será de 590.000 y de dentistas, farmacéuticos y fisioterapeutas de 150.000, para un total aproximado de 970.000. "Un problema importante es el bajo apoyo político y financiero a los programas de formación de recursos humanos para la salud (RHS), de retención de los profesionales”, indicó.

Impacto global del zika

Hernando Baquero Latorre, decano de la división de Ciencias de la Salud de la Universidad del Norte, y Claudia María Elisa Romero Vivas, profesora de Medicina, detallaron el impacto del zika congénito en los recién nacidos y el abordaje de este tipo de arbovirosis desde las ciencias básicas.

Baquero Latorre explicó que cada sociedad se ve obligada a adaptarse a este tipo de enfermedades y evocó la aparición del síndrome de rubéola congénita, hace más de 50 años. Dentro de los 12,5 millones de casos de rubéola reportados entonces en Estados Unidos, los estudios estimaron unas 11 mil muertes fetales. Las discusiones que se daban en ese momento eran iguales a las que hoy se generan por el virus del zika, añadió el decano.

“La capacidad que existe hoy para compartir información, en este caso de eventos de interés en salud pública, permitió gran parte del éxito en Colombia con la entrada del virus del zika”, señaló.

En febrero de 2016 la OMS declaró la emergencia de salud pública y se definió el síndrome congénito: un patrón reconocible de anomalías estructurales y discapacidades funcionales secundarias al daño central. Microcefalia severa con cráneo parcialmente colapsado, calcificaciones subcorticales, cicatrices maculares, contracturas congénitas e hipertonía temprana marcada.

Entre las semanas epidemiológicas 1 a la 52 de 2016 y la semana 28 de 2017 se han confirmado 179 casos de microcefalias y otros defectos congénitos del sistema nerviosos central asociados al virus. Cerca de 446 casos han sido descartados y 552 están en estudio.

Por José Luis Rodríguez R. 

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