Una buena idea para reutilizar los residuos en el Atlántico

Ana Medina, estudiante doctoral de Ciencias Naturales de Uninorte, trabaja desde hace 10 años en un proyecto que tiene el potencial de ser una de las soluciones a dos crisis que se viven en la región Caribe: el manejo de residuos y la inseguridad alimentaria.

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Ana Medina durante la presentación.

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28 oct 2020

Ana Medina, estudiante doctoral de Ciencias Naturales de Uninorte, viene trabajando desde hace 10 años —en conjunto con la también estudiante de este posgrado, Aracelly García— en un proyecto que nació por el amor a la ciencia básica y que a través del trabajo y la cooperación, tiene el potencial de ser una de las soluciones a dos crisis que se viven en la región Caribe: el manejo de residuos y la inseguridad alimentaria. 

La bacterióloga y docente de la Universidad Libre de Barranquilla estuvo invitada el 27 de octubre por Ecocampus para hablar sobre los hallazgos de su trabajo, como parte del ciclo de conferencias que lleva por nombre Bioalimenta. Este tema es de suprema relevancia en el Atlántico, dado que somos el cuarto departamento en generación de residuos y en muchos casos, corregimientos y municipios disponen de sus residuos a cielo abierto. El Gobierno ya ha comenzado a trabajar para implementar una normativa sobre la economía circular, y dejando atrás prácticas como los rellenos sanitarios.

Por esto son claves proyectos de compostaje, como el que iniciaron en 2010 las investigadoras. García y Medina produjeron compostaje y sembraron setas a una escala pequeña a través de proyectos de aula en su práctica docente en la universidad. Gracias a estos pequeños desarrollos, fueron contactados por Electricaribe, que necesitaban un aliado para disponer de las podas que hacían a árboles para el mantenimiento de las redes.

La empresa les brindó el espacio y recursos económicos para los primeros ensayos. De acuerdo con la conferencista, este primer paso fue clave porque les mostró que, aun cuando no tuvieran un gran proceso tecnificado, la ciencia básica es suficiente para atreverse y comenzar a emprender un proyecto. 

Encontraron también otro aliado en la Institución Educativa Juan Domínguez Romero, en el corregimiento de Caracolí en Malambo, que a pesar de que no poseían materiales ni recursos económicos para apoyar el proceso, demostraron una gran receptividad con la iniciativa y una vocación agrícola. Esta alianza también es una forma de promover la equidad social y tender puentes con una comunidad en el corregimiento de Caracolí en Malambo. 

La producción de setas y compostaje, dijo García, son un puente por su consumo, por la articulación de procesos que incorporan actores marginales económicos. Al mismo tiempo, el proyecto le apunta a expandir la consciencia en torno a temas de extrema relevancia como es la sostenibilidad. 

De esta forma, el proyecto adquirió una nueva dimensión con la apropiación social del conocimiento a través de una estrategia pedagógica que llamaron Aula viva, en la que estudiantes y profesores de biología de la institución educativa se incluyeron en sus objetivos de aprendizaje del aula el trabajo que venían realizando. 

Tras varios años de trabajo y ensayos de fórmulas encontraron resultados en la producción tanto de compostaje como de setas. No obstante, explicó la conferencista, no basta con la mera producción, sino también si hay un balance de materiales para que el proceso sea sostenible ambientalmente. 

Actualmente, las dos estudiantes doctorales se encuentran trabajando en alianza con la Universidad del Atlántico, el SENA y la Institución Educativa Juan Domínguez Romero, y con recursos de regalías, para presentar próximamente los avances de la investigación. 

El compostaje y las setas deben cubrir parámetros fisicoquímicos, es decir que tengan cantidades aceptables de elementos como nitrato y metales pesados; así como parámetros microbiológicos y fitotóxicos, que sean aptos para el uso y consumo. Además, García y Medina, como parte de su tesis doctoral, están trabajando con la actividad prebiótica, antioxidante e inmunomoduladora con el grupo de investigación de Química y Biología de la Universidad del Norte. 

Ese es solo el inicio de lo que esperan sea un proyecto a gran escala, que involucre actores de la academia, sector público y privado, y que ayude a solucionar problemáticas como la de inseguridad alimentaria y desigualdad económica.

Por Leonardo Carvajalino

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