Temperatura en el trópico está aumentando a tasas sin precedentes cercanos

Científicos colombianos, estadounidenses y canadienses determinaron que la temperatura en el norte de Suramérica está aumentando a tasas cuatro veces mayor que la de los últimos periodos de cambio climático en dos mil años.

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El lago de Tota está ubicado en Boyacá, a 3115 metros de altura.

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02 jun 2022

Desde hace 10 años el lago de Tota, en Boyacá, se ha convertido en un punto de referencia para la reconstrucción del clima del pasado en Suramérica, como parte de un proyecto internacional cuyo objetivo es determinar los cambios climáticos del planeta y los trópicos y la respuesta que tuvo la flora frente a estas condiciones. En un artículo científico (A millennium of climatic and floristic dynamics in the Eastern Cordillera of the Colombian Andes), publicado recientemente en Journal of Biogeography con resultados de esta investigación, se evidencia que las tasas de cambio de temperatura en la actualidad no tienen precedentes en los últimos dos mil años.

Para hacer el análisis comparativo de temperaturas recientes, los científicos suelen usar dos periodos preindustriales en los que hubo cambios climáticos drásticos a nivel mundial, conocidos como el período cálido medieval (950-1250) y la pequeña edad de hielo (1350-1800), que permiten estudiar cómo responde la vegetación a condiciones de cambio acelerado del clima. Estudiar estos periodos es relevante para predecir lo que podría pasar con nuestros ecosistemas en una situación de cambio climático acelerado como la actual. En Europa y Estados Unidos han sido ampliamente registrados, pero en el norte de Suramérica se ha recogido poca evidencia.

Los lagos de alta montaña, como el de Tota, tienen ciertas ventajas para investigaciones de este tipo, entre estas su localización (Tota está a 3115 metros de altura), que es garantía de que tanto el lago como sus ecosistemas aledaños fueron intervenidos por el ser humano de manera tardía. Asimismo, las zonas de alta altitud son propensas a tener cambios fuertes en sus ecosistemas debido a la variabilidad del clima, y por eso se estima que en estos puntos el cambio climático será a mayor magnitud.


De acuerdo con Jaime Escobar, doctor en ecología-paleoclima y profesor de Ingeniería Civil de Uninorte, quien hace parte del grupo de científicos que participa en este proyecto financiado, principalmente, por la National Science Foundation (NSF), los sedimentos del lago de Tota indican que en los Andes Colombianos el periodo cálido medieval fue caliente y seco, mientras que la pequeña edad de hielo fue frío, pero húmedo. 

Adicionalmente, los científicos pudieron reconstruir la temperatura y la precipitación de manera cuantitativa, es decir, conocer con precisión cuánto aumentó o disminuyó (en grados Celsius) la temperatura y cuánto más o menos (en milímetros) llovió en los trópicos colombianos de alta montaña durante los últimos dos mil años. Según el artículo, cuando las tasas de cambio del pasado se consideran en valores absolutos, el calentamiento actual es más de cuatro veces mayor que durante los últimos dos mil años.

Los científicos arman estas estructuras para realizar las perforaciones en la parte más profunda del lago de Tota. El segundo semestre de 2022 se espera realizar un nuevo trabajo de campo para obtener muestras de sedimento mñas profundas, que permitirá reconstruir el clima de los últimos 10 mil años.


“Los datos obtenidos de los sedimentos del lago nos dicen que la velocidad de cambio en el pasado fue de alrededor de 0,02 grados Celsius por año. Eso significa que la temperatura estaba cambiando, en promedio, 1 grado cada 50 años durante el periodo cálido medieval y la pequeña edad de hielo. Mientras que los datos instrumentales recogidos cerca al lago (datos mensuales de la estación meteorológica Aquitania durante los últimos 16 años) nos muestran un cambio de 0,06 grados Celsius por año. Esto significa que, si seguimos con la tendencia actual de cambio de temperatura, en alrededor de 16 años esta región será un grado más caliente”, indica Escobar.

Jaime Escobar, profesor de Ingeniería Civil de Uninorte, uno de los investigadores principales del proyecto.


Además de la temperatura y la precipitación, el análisis de la geoquímica orgánica y el polen de los núcleos de sedimentos del lago posibilitó reconstruir la variabilidad ambiental y la vegetación entre 800 y 1800. En total se identificaron 82 morfotipos palinológicos en las 18 muestras analizadas, de las cuales se encontraron 42 géneros y 33 familias de polen y cinco morfotipos de esporas. Aunque fue evidente el cambio progresivo de los taxones encontrados (solo 12 estuvieron presentes en todo el registro), se presentó un cambio sustancial en la composición del periodo próximo al año 1250, que concuerda con el final de la anomalía climática medieval.

Según Alexander Correa-Metrio, palinólogo de la UNAM de México y miembro del equipo de científicos del proyecto quien lideró el análisis de los registros de polen y esporas, se pudo identificar que cada especie encontrada tiene su vulnerabilidad particular. “Los riesgos del cambio climático sobre la diversidad se multiplican en la medida que las especies no puedan migrar para adaptarse a las nuevas condiciones; nosotros identificamos regiones que deberían ser conservadas de manera prioritaria, porque podrían ser refugios para la biodiversidad”, puntualiza.

Muestra de polen y esporas extraído de las núcleos de sedimentos.


Por su parte Escobar destaca que fue posible establecer que la vegetación alrededor del lago de Tota cambió durante estos cambios climáticos y se lograron definir las especies que están más adaptadas a estas velocidades de cambio, que fueron las que colonizaron los alrededores. “Estas especies se encuentran ahora en otros lugares en cercanía geográfica a la cuenca del lago de Tota. Entonces, si la temperatura está cambiando de nuevo, ¿volverán estas especies a colonizar los alrededores de Tota?, ¿son estas especies resistentes al cambio las que tenemos que conservar? Son preguntas muy relevantes para que biólogos de la conservación puedan responder”, agrega Escobar.

Una investigación de largo alcance
El análisis del sedimento que se acumula en el fondo de los lagos en el tiempo es una de las técnicas científicas más recurrentes para reconstruir el clima y los ecosistemas del pasado. Los lagos de alta montaña, como el de Tota, tienen ciertas condiciones que los hacen ideales para este tipo de investigaciones. Las primeras exploraciones científicas en el sitio se hicieron para comprobar si el lago más grande de Colombia y el segundo más profundo de Suramérica era apto para integrar un estudio global que apunta a realizar perforaciones más profundas para analizar periodos de tiempo más antiguos.

Así se extrae el sedimento del lago para su conservación y posterior análisis.


“El lago de Tota tiene 67 metros de profundidad, por lo que cuenta con una gran cantidad de sedimento en el fondo. Ya sabemos que en algunas partes se encuentra acumulada una capa de sedimento de alrededor de 300 metros. En un futuro esto nos permitirá estudiar cómo cambió el clima en los trópicos de América durante el último millón de años”, explica Escobar, quien trabaja en el proyecto con investigadores de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, sede Sogamoso, de las universidades estadounidenses Indiana-Purdue, Minnessota y Florida, de la Universidad de Regina (Canadá) y de la UNAM (México).

Extraer los sedimentos en lo profundo de estos lagos no es tarea fácil, requiere de equipos especializados  que recolecta las muestras en recipientes especiales para su conservación y posterior análisis de laboratorio. Entre más profundo es el lago, más difícil es la extracción, por lo que pocos lagos como Tota han sido estudiados en el mundo. En este caso, el proyecto ya cuenta con financiación internacional para extraer sedimentos de la parte más profunda del lago de Tota, lo que arrojará información de por lo menos los últimos diez mil años de cambio climático, aunque los científicos esperan recoger datos sobre la última glaciación. Pocos lugares en el Sur y Centro América cuentan con registros climáticos para estos periodos. 

Por Jesús Anturi

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