“Aprender un nuevo idioma es difícil porque eso nos han dicho siempre“

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David Marsh.

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13 sep 2016

En los años 90, la recién creada Unión Europea quería afianzar los lazos entre sus países a través del inglés como idioma común, pero se dieron cuenta de que su enseñanza estaba fallando a lo largo y ancho de países no anglosajones como Alemania, Francia, España e Italia.

“Seis o siete años estudiando el idioma y los jóvenes salían a las calles incapaces siquiera de pedir un café. Se dieron cuenta de que no era que los profesores de idiomas estuvieran fallando, sino que había algo mal con cómo enseñábamos el idioma, y tal vez había algo mal con cómo enseñábamos muchas otras cosas”.

Así explica David Marsh el nacimiento de CLIL: Content and Language Integrated Learning o Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lenguas Extranjeras, término creado por él mismo para referirse a la metodología que consiste en enseñar una segunda lengua no como una materia aislada sino a través de la enseñanza de otras materias (como matemáticas, historia o biología) en ese idioma.

“CLIL nació como parte de una mirada temprana y revolucionaria de cómo podemos cambiar la educación para hacerla verdaderamente apropiada para el siglo XXI”, sostuvo March durante su visita a Uninorte en el marco del sexto Simposio Bienal CLIL, llevado a cabo durante el 9 y 10 de septiembre.

Marsh, conferencista y autor, explica que este método le da al estudiante una sensación de inmersión en el idioma, pues cuando un docente lo utiliza bien, hace que el estudiante no se enfoque en el aprendizaje del idioma como tal, sino que lo utilice como una herramienta para aprender otro tipo de conocimiento.

Por ejemplo: si se le pide a un alumno que describa en inglés las características de un animal durante una clase de biología, la mente del joven se concentrará en esa tarea en vez de ponerse a pensar “estoy en una clase de inglés y debo tener cuidado con lo que digo porque la gente se puede burlar de mí si digo algo mal”.

Y es que Marsh explica que las emociones negativas afectan fuertemente el proceso de aprendizaje de una segunda lengua y que estas tienen una raíz en el sistema educativo tradicional.

“La razón por la que aprender un idioma diferente se considera difícil es básicamente porque durante 50 años, en muchos países, no lo hemos hecho correctamente en las escuelas. Eso significa que muy a menudo hemos entrenado a los profesores para que enseñen idiomas casi de la misma manera en que los hemos entrenado para enseñar todas las materias. Pero el aprendizaje de los idiomas es diferente: es emocional, llega muy profundo y es poderosamente afectado por mi actitud y mis pensamientos sobre mí como aprendiz”, señala el experto.

Marsh sostiene que muchos jóvenes fracasan en su intento de aprender una nueva lengua porque muy temprano en sus vidas tuvieron una experiencia negativa con ello, les han dicho que es difícil, o se aburren, y empiezan a creer que no pueden lograrlo. “Esta experiencia CLIL tiene un impacto poderoso en la actitud, y cuando logras una actitud positiva, abres la puerta”, apunta.

CLIL en la era de la tecnología

A pesar de haber sido creado a principio de los años 90, Marsh cree que este método se ha acoplado a los estudiantes de la era digital por ser interactivo. Él ha visto cómo los jóvenes de países distantes se vuelven similares por su prolongado uso de dispositivos digitales y cómo CLIL permite captar su atención.

“La generación digital es el cambio cultural más grande en los últimos años. Y esa generación —compuesta por personas desde los 35 años hasta recién nacidos— no va a aprender de una forma aburrida ni escuchando a un profesor; va a aprender de una forma interactiva, tal como está interactuando con un juego o mientras navega en su celular. Y CLIL es altamente interactivo”, detalla el experto.

También señala que esta revolución tecnológica ha hecho más fácil que nunca aprender inglés, pues gran parte del contenido que consumen los jóvenes en internet está en ese idioma, y para pertenecer a esta “cultura juvenil internacional” tienen que entenderlo y usarlo, y se ven automotivados a hacerlo. “Cuando estás jugando, navegando o usando el internet, están absorbiendo lenguaje, subconscientemente, sin siquiera saberlo. No te lo están enseñando, pero lo estás aprendiendo por nadar en él. Esa es una forma de inmersión”.

Sin embargo, uno de los más grandes retos en la enseñanza del idioma (y de cualquier asignatura) sigue siendo, en su opinión, la negativa de los docentes a cambiar. “La gente enseña como le enseñaron, es muy difícil que los profesores cambien, pero si están llenos de cariño, amor, pasión por sus estudiantes y por enseñar, se les puede ayudar a cambiar”, finalizó.

Por Melissa Zuleta Bandera

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