La Barranquilla de Julio Olaciregui es parte de la Colección Roble Amarillo

JulioOlaciregui.jpg
Julio Olaciregui, escritor barranquillero.

Por:

09 oct 2017

En las páginas de Vestido de bestia, el escritor barranquillero Julio Olaciregui refleja a su ciudad natal a partir de las sensaciones que emanan en la vida de los barrios y de las reflexiones de un poeta que nunca ha publicado un libro.

Como un espejo de sus primeras tres décadas de vida, esta fue la primera obra que publicó Olaciregui en su carrera, poco después de radicarse en París, en 1980, para ejercer como corresponsal de la AFP. Antes de regresar a Barranquilla en 2015, este oficio lo compaginó con la publicación de novelas, la adaptación de textos al cine e incluso la enseñanza de danzas africanas.

El pasado 5 de octubre, en el marco del evento Tómate un libro, fue presentado Vestido de bestia y otros cuentos, una reedición parcial de la ópera prima de este autor de 56 años, crecido en las entrañas del barrio San José y forjado en las salas de redacción de diarios como El Heraldo y El Espectador. El librillo de 60 páginas es el nuevo tomo de Colección Roble Amarillo, la serie de libros de bolsillo concebida por la Universidad del Norte que promueve la lectura entre los estudiantes y a la vez resalta el trabajo de autores del Caribe colombiano.

Adriana Rosas, docente de Humanidades de Uninorte y doctora en Teoría de la Literatura, estuvo a cargo de la selección de los textos para esta nueva edición, escogiendo aquellos temas más representativos entre el compendio de cuadros e impresiones que Olaciregui plasmó en su obra original.

Rosas y Olaciregui conversaron durante Tómate un libro sobre el proceso creativo detrás de Vestido de bestia y la recepción favorable que tuvo en los círculos intelectuales de Barranquilla, en virtud de su atípica estructura.

Para el escritor el deseo de publicar un libro se remonta al impacto que tuvieron en él obras como Cien años de soledad, Tres tristes tigres, La casa verde o La vida breve. Sin embargo, estos “novelones inmensos”, como él los describe, no fueron su inspiración definitiva. Encontraría su gran influencia en textos como Le spleen de Paris, de Charles Baudelaire y Vista del amanecer en el trópico, de Guillermo Cabrera Infante.

“No tenía claro que quería ser escritor, pero me gustaba escribir fragmentos en un cuaderno. Luego descubrí estos dos libros. Baudelaire escribiendo sobre el París urbano, haciendo poesía con los mendigos, con la loca de la calle; pero no eran poemas, eran textos en prosa con mucha poesía. El libro de Cabrera es una serie de fragmentos, también poéticos. Yo dije ‘si eso se puede hacer, yo puedo escribir un libro’”, recordó Olaciregui, quien estudió literatura en la Universidad de la Sorbona.

Gracias al libro, publicado por el Instituto Colombiano de Cultura, Olaciregui fue ponderado por el crítico literario Jacques Gilard debido a su manera diferente de hacer literatura, a través de la prosa poética. “Tenemos tal vez aquí una novela sin relato, y sin verdadero narrador”, reza una reseña de 1981 del literato francés, que fue utilizada como prólogo en esta nueva edición. “Olaciregui hace estallar la imagen de Barranquilla, ciudad que aún no ha dado una novela. Es un libro de continuidad y ruptura, tanto con respecto a las formas como a las mitologías locales”, dice el mismo texto en otro aparte.

El libro utiliza como recurso narrativo a un personaje llamado Hormechea, un escritor fracasado que muere en Barranquilla sin nunca haber sido publicado. Su historia de desdicha, relatada en la introducción titulada Historia del vestido, sirve como preámbulo a una serie de escritos, presumiblemente parte de la obra inédita de este sujeto.

“Este texto es un truco para darle una unidad a la diversidad que viene después, con fragmentos, de una página, de un página y media, cinco líneas. Es un truco bastante socorrido”, comenta Olaciregui.

Para el autor el libro es, en últimas, una mezcla de la calle, la discoteca, el baile, de sus años formativos en la capital del Atlántico. “Lo que yo mantenía a la mano era el barrio San José, donde yo vivía, la carrera 21. El escritor aunque viaje a Moscú, París, Londres, siempre escribe en un rango de 20 kilómetros sobre lo que vivió en la infancia. Yo en ese momento no lo sabía, pero eso me marcó”.

Por Andrés Martínez Zalamea

Más noticias