Un fragmento fosilizado de maxilar con un par de dientes, hallado cerca de Tocaima, revela la existencia del antepasado más antiguo (por ahora) de los manatíes en Sudamérica y ayuda a entender cómo estos mamíferos conquistaron el agua dulce.
Pablo Correa Torres

Por Pablo Correa

pablocorreatorres@gmail.com

Bastó un fragmento de maxilar con un par de dientes para que la geóloga y paleontóloga Catalina Suarez y sus colegas Javier Gelfo, Jorge Velez-Juarbe y Jorge Moreno-Bernal ataran cabos y nos presentaran a uno de los restos más antiguos de manatí de las Américas: Potamosiren cf. P. magdalenensis.


“Ya conoce usted mi método, se basa en la observación de minucias”, habría dicho para resumir el descubrimiento el famoso detective Sherlock Holmes. En un artículo publicado en la revista Journal of South American Earth Sciences en agosto de este año los cuatro científicos dan cuenta de la serie de observaciones, pruebas y deducciones que los

llevaron descubrir esta pieza crucial en la historia evolutiva de estos entrañables mamíferos que, por cierto, parecen haber sido la inspiración de las leyendas sobre sirenas. No es coincidencia que los taxónomos hayan nombrado al grupo al que pertenecen como “sirenios”

La historia comenzó en 2005 cuando Manuel Mendoza y Eutimio Salgado, dos campesinos de la vereda Pubenza del municipio de Tocaima en Cundinamarca, encontraron una serie de fósiles, que se sumaron a los de una expedición del Servicio Geológico Colombiano en la misma área. Las piezas correspondían en su mayoría a tortugas y cocodrilos de habitaron esta zona hace 17 millones de años atrás, en el período conocido como Mioceno temprano.


No es coincidencia que los
taxónomos hayan nombrado
al grupo al que pertenecen
como “sirenios”.
El fragmento de maxilar inicialmente pasó desapercibido para los investigadores. Permaneció engavetado por años hasta que el paleontólogo Jorge W. Moreno-Bernal, hoy candidato a doctor en Ciencias del Mar en la Universidad del Norte, lo notó mientras observaba fósiles de cocodrilos en la colección. Su curiosidad se alborotó al notar que la pieza no correspondía a un reptil, sino que tenía los molares propios de un mamífero.

Moreno-Bernal, más enfocado en reptiles antiguos, tocó la puerta de su colega Catalina Suárez, que en ese entonces era becaria predoctoral del Instituto Smithsonian de Investigaciones tropicales, y a quien le interesan los mamíferos fósiles de Suramérica. Juntos hicieron una primera descripción. Pero las dudas sobre su verdadero origen aumentaban así que Catalina, aprovechando sus contactos en la Universidad Nacional de La Plata,
Argentina, donde estaba a punto de iniciar su doctorado, contactó a Javier Gelfo, paleontólogo del Museo de La Plata. La hipótesis de que esos molares en realidad pertenecían a un pariente de los actuales manatíes se asomó en la conversación.

Ninguno de los tres era experto en manatíes, así que buscaron a Jorge Velez-Juarbe, investigador puertorriqueño y curador de mamíferos marinos en el Museo de Historia Natural de Los Ángeles, California. Velez confirmó que efectivamente debía tratarse de un manatí. Jorge y Catalina compararon las piezas con las del Potamosiren magdalenensis, una especie de manatí extinto que vivió hace 13.5 a 11,8 millones de años y cuyos restos fósiles fueron hallados en el desierto de la Tatacoa.

“Los paleontólogos somos como los historiadores. Un historiador busca documentos antiguos para reconstruir cómo cambió una civilización. Documentos que revelan algo. El trabajo del paleontólogo es similar. Cuando trabajamos un fósil, por sí solo no dice mucho hasta que logramos que encaje en un contexto”, dice Jorge Moreno-Bernal.
Comparación de fósiles de manatí.
Cuando trabajamos un fósil,
por sí solo no dice mucho hasta que
logramos que
encaje en un contexto.
Las rocas, en que fue hallado el fósil, conocidas como la Formación Barzalosa, les indicaron que este manatí debió vivir mucho antes que su pariente de la Tatacoa, hace unos 17 millones de años. Eso inmediatamente significaba que este nuevo fósil extendía el registro de este grupo de animales aproximadamente unos cuatro millones de años atrás, acercándose más a la edad de los más antiguos manatíes descubiertos hasta ahora, los cuales habitaron en Europa entre 28.4 y 23 millones de años, pero presentando ya características más cercanas a los actuales manatíes de Sur América.

“Lo interesante de este hallazgo es que nos habla del regreso de los manatíes al agua dulce, además de ser el uno de los más antiguos encontrados hasta ahora en América”, apunta Catalina Suárez, hoy investigadora postdoctoral en Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y docente de la Universidad Nacional.
 
En un texto publicado en el blog Caribbean Paleobiology, Jorge Velez explica que este fósil de manatí, junto a un molar (apenas reportado, pero no descrito formalmente) del Mioceno temprano de Perú “representan los restos más antiguos de manatíes en las Américas. Estos hallazgos coinciden geográficamente y temporalmente con el inicio de la formación del Mega-Humedal de Pebas, el cual abarcó una enorme zona incluyendo partes de Perú, Colombia, y Brasil, entre 23 y 10 millones de años atrás. Este mega-humedal estaba conectado con el mar Caribe hacia el norte, lo cual funcionó como vía de entrada para distintos organismos marinos”.

Esto coincide con un detalle observado por los científicos en los dientes, y es que tenían una capa inusualmente gruesa de esmalte. En su opinión, esta fue una de las primeras adaptaciones que sufrieron los manatíes que venían del océano y comenzaban a re-adaptarse al agua dulce en la que estaban expuestos a dietas más abrasivas ya fuese por la gran cantidad de sedimentos o por el tipo de vegetación que consumían.
“Lo interesante de este hallazgo es que nos habla del regreso de los manatíes al agua dulce, además de ser el uno de los más antiguos encontrados hasta ahora en América”
Comparación entre mandíbulas de manatíes actuales y de fósiles.
Los manatíes actuales, que incluyen tres especies (manatí antillano, manatí amazónico y el manatí africano), desarrollaron un truco aún mejor para no quedar sin dientes por causa de la dieta: su aparato dental funciona como una especie de banda transportadora en la que las muelas se mueven lentamente hacia al frente mientras que en la parte posterior van saliendo muelas nuevas.

El fósil descrito por los cuatro investigadores cuenta de las aventuras que algún día emprendieron los antepasados de los actuales manatíes, una historia de resiliencia y adaptación a lo largo de millones de años. Sin embargo, hoy los manatíes se encuentran en un estado vulnerable por culpa de la pesca incidental, las colisiones con embarcaciones, la pérdida de sus hábitats, la contaminación y, en el caso de Colombia, de un antagonista inesperado: los hipopótamos descendientes de los que trajo Pablo Escobar.

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