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¿Vientos de Guerra?

Si algo caracteriza a la economía mundial hoy es la incertidumbre. En Estados Unidos hubo un comportamiento preocupante de Wall Street en diciembre a la baja y la pugna con China sigue lanzando sombras sobre la dinámica mundial. En Colombia, a pesar de los mensajes de optimismo del ministro Carrasquilla, muchos analistas siguen sin ver el asunto con claridad y se teme que la tasa proyectada de crecimiento este año (3,2%) no se pueda lograr.  En realidad, para cualquier inversionista que examine la situación del país hoy, el asunto parece complicado. 

El fin a las conversaciones de paz con el Eln y el atentado ocurrido demuestra que el país sigue convulsionado y que la paz se le va deshaciendo entre los dedos. Los partidarios del gobierno siguen poniendo un retrovisor inútil siendo que ya llevan seis meses en el poder.  Mientras, la tasa de homicidios ya empezó a subir.

El gobierno se muestra preocupado con la democracia en Venezuela y las violaciones a los derechos humanos, mientras acá la matanza de lideres sociales avanza ineluctable con 17 ya solo este año. El gobierno de Duque se ha colocado a la cabeza, con los línea dura de Trump, en una alianza militante para derrocar el régimen de Maduro, propósito que no sabemos en qué va a terminar mientras Maduro siga con el control de las fuerzas armadas venezolanas, el cual no parece aflojar.  Esa transición, deseada por todos los que apoyamos la democracia en Venezuela y el mundo, debe ser pacífica, negociada y a lo mejor va a ser lenta. El modelo económico chavista ha fracasado en forma contundente y es indefendible. Chávez siguió la línea estatizante cubana en lugar de un modelo más inteligente, como el de los chinos, siendo que PDVSA controlaba el 70% de la economía venezolana. Su política monetaria y cambiaria fue un desastre, y la corrupción se tomó las altas esferas del poder. El Sr. Juan Guaidó deberá hilar muy fino para garantizar una transición que no termine mal, con él en la cárcel. Sería otra frustración para los venezolanos. 

Si lo anterior sucede, ya podemos imaginarnos un conflicto militar ante el cual la invasión a Panamá sería apenas un ejemplo muy pequeño. Las dimensiones de Venezuela, el tamaño de sus fuerzas armadas, su armamento y la capacidad retaliatoria sobre Colombia serían indescriptibles. Nada más pensemos que no tenemos poder aéreo ni de misiles para frenar en unas horas la destrucción de nuestras refinerías. De ahí que a los que invitan a la salida militar no saben en qué sendero nos están metiendo. La política exterior de Colombia empieza a estrellarse con muchos países en el tema de cumplir los protocolos. Ya Noruega, Alemania y Cuba le han hecho ver que no se pueden desconocer. El Comisionado de Paz parece un comisionado de guerra, tirando la llave para futuros diálogos de paz. El canciller da declaraciones ridículas ante el incidente de la carta perdida de la JEP en el caso Santrich, donde se intuye un sabotaje a la misma. Analistas del Centro Democrático ya llaman a meter presos a líderes de las Farc que negociaron. Uno se asombra de la arrogancia de este gobierno, que está abriendo una caja de Pandora y despertando demonios. Ojalá que no paguemos cara esta aventura con más víctimas de esta nación sufrida. Toca perseverar por la paz. 

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