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El suelo Urbano Distrital

A raíz del fatídico terremoto ocurrido en México, le pregunté a un colega de ese país la razón por la cual muchos edificios se cayeron y hay más de 50 en peligro de derrumbarse, siendo que las experiencias del terremoto pasado obligaban a aplicar estrictas normas de sismorresistencia en cualquier construcción nueva desde 1985. Me dijo que, como sucede en nuestros países, las normas existen pero no se cumplen. Aunque se mejoró mucho, hay trabajo por hacer. El 12 de octubre del 2013 se cayó el edificio Space por violación de normas de construcción y ligerezas de los curadores urbanos, con el saldo de victimas conocido. El pasado abril se cayó un edificio en Cartagena, que se construía sin licencia. El caos que ocurría en esa ciudad le costó el cargo al alcalde de la misma.

El manejo del suelo urbano es algo delicado. El suelo es un activo valioso, que genera rentas a sus propietarios y a los constructores. Las casas se tumban y se construyen edificios que generan muy buenas utilidades, las cuales no pueden ser solo privadas. Es obligatorio resarcirle a la ciudad en espacio público, compensaciones, pagar cargos por edificación e incluso imponer el pago de la plusvalía urbana. En Barranquilla no se ha podido implementar la plusvalía. Aquí se prefiere imponer tributos a los teléfonos para financiar “Barranquilla Siembra”. 

El Plan de Ordenamiento territorial (POT) es la herramienta que regula los usos del suelo con base en una visión de ciudad. En municipios más pequeños como Puerto Colombia, se impone un plan básico llamado PBOT. Razón tienen los habitantes en mostrar su inconformidad con el Plan que está lleno de renders impresionantes, pero que puede lesionar la calidad de vida, con torres frente a su malecón, en una zona donde no hay suficientes redes de alcantarillado y acueducto, y con la inevitable expulsión de sus comunidades tradicionales. Falta un estudio de riesgos y delimitación de zonas, frente al cambio climático. 

Pero en nuestra ciudad también pasan cosas. En primer lugar, es claro que hay una sobreoferta de vivienda en los estratos 4, 5 y 6, que algunos estiman en varios miles, al igual que de oficinas. Aunque no podemos hablar de burbuja, la actividad constructora se salva por la vivienda VIS. En No-VIS, la caída ha sido de un 19% en año corrido (Sep. 16/16– Ago. 17/17), según fuentes del sector a nivel nacional. Los constructores lo saben. Pero lo que más molesta es que no se les da un trato igualitario a todos los empresarios en la ciudad. Con unos se es estricto según las normas, con otros, hay debilidad. Tal es el caso de Plaza Catalunya, la cual se ve muy bien, pero está llena de problemas. Aquí se unificaron predios y se volvió comercial parte de la Carrera 58, con Calle 84, lo cual no debía suceder, con insuficientes parqueaderos, y los dos pisos los volvieron tres con entrepisos. Los vecinos están aterrados porque –se rumora– van a poner un bar. Ni qué decir de la construcción del edificio Langolo 59, donde no ha habido un muerto en el edificio vecino por pura suerte, con la caída de piedras y pintura sobre carros y patios. ¿Y la Secretaría de Espacio Público y Control Urbano? Igual que en otros barrios, no se ve. 

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