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En la Encrucijada

Como ya lo marcan las encuestas, quedan pocas dudas que Iván Duque será el próximo presidente. Ha sido una labor tesonera de casi diez años de Uribe, quien ha demostrado su liderazgo y carisma, y sin burocracia ni contratos, derrotó a las maquinarias del continuismo con el 47,5% de los votos en la primera vuelta. Hoy, los partidos del régimen se entregan obedientes a esta nueva unidad nacional, donde a los liberales se les olvidó su compromiso con la socialdemocracia Internacional; los de Cambio Radical demostraron que no son cambio ni son radicales, solo vuelven al redil; los conservadores abandonan sus veleidades progresistas y regresan al conservadurismo rancio, y La U le regresa el partido a su dueño. Nos esperan cuatro años difíciles, donde Duque no sabrá si ser obediente al jefe, o si se atreverá a algo de autonomía. Con lo que le pasó a Santos con Uribe, más bien será un muchacho obediente. El proceso de paz será entrabado, y las 14  medidas que lo respaldan sufrirán modificaciones peligrosas. Aquellas medidas que se refieran a lo social serán posiblemente aplazadas, alrededor de 129. Nada de catastro, política de reforma agraria, y faltará ver que pasa con la reforma política y la justicia.

El bloque de fuerzas alternativas fue mayoría frente al uribismo, pero el problema es que reúne sectores muy diversos. En el sector de Fajardo hay sectores de centro, que no los pueden coaccionar para votar por la izquierda de Petro, por miedo al uribismo. Por ello, hace varios meses, en una tertulia del Foro Costa Atlántica, dije que el efecto real de la candidatura de Petro iba a ser el regreso de Uribe al poder. Colombia es un país muy de derecha y conservador. El mensaje de Petro llegó bien a la periferia popular de las costas, pero perdió en todas las ciudades, hasta en Bogotá. De ahí que, el senador Robledo tenía razón cuando repitió hasta el cansancio que solo Sergio Fajardo podía derrotar al uribismo con una agenda más moderada y menos polarizante. Nuestra izquierda criolla quiere los cambios rápidos, pero en materia política y cultural las sociedades evolucionan en forma más lenta. Con lo que sucede en Venezuela hoy, hasta la gente del pueblo se asusta con Petro, ni qué decir de los sectores medios. Lo que va a suceder se debe a que esta izquierda no lee bien el país, subestimó la fuerza de la Coalición Colombia con Fajardo, creyeron que ganaban y ahora van camino a la derrota, a menos que algo extraordinario los salve.

Condenar a los ciudadanos que voten en blanco como traidores es un insulto a su condición de ciudadanos. El voto en blanco estará presente en esta segunda vuelta, como constancia histórica de que ni Duque ni Petro eran las alternativas del país. No se puede ahora comparar esta situación con el surgimiento de la Alemania nazi ni la coyuntura de Gaitán en 1946. La Coalición Colombia seguirá en la lucha por el poder en las elecciones venideras. Sergio Fajardo entenderá que ya él no se pertenece, sino a los 4,6 millones que votaron por él. Las maquinarias, a pesar de su derrota, siguen con el control de los territorios. Hay que irles quitando ese poder donde se pueda. 

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