En nuestro país preferimos las palabras suaves y disimuladas para referirnos a crudas realidades que nos afectan. Somos una sociedad muy ceremonial, donde lo que importa es la forma y no la esencia. En materia de políticas públicas, siempre observamos el juego de palabras que pretende engañar a los ciudadanos. A lo mejor nos creen muy tontos.

En el gobierno anterior y en la transición al actual, recuerdo que se hicieron dos concursos de “méritos” para cubrir las plazas de fiscal y contralor de la República. Muchos profesionales ilusos y con buenas credenciales corrieron a presentar sus hojas de vida. Todo el mundo sabía que el preferido de Santos era el actual fiscal, por lo cual el pretendido concurso fue una farsa. Uno se pregunta ahora si Santos le ponía así una seria traba al proceso de paz que él mismo dejaba para después que saliera del gobierno con Nobel a cuestas. En el caso del contralor, la tomadura de pelo fue aún mas intensa, pues después de un concurso donde hasta la universidad pública participó, salió electo el que ya todos sabían, dado el acuerdo de la alianza política del régimen actual.

Pero ahora los nuevos eufemismos son más peligrosos. El presidente Duque dijo que no iba a hacer “trizas” los acuerdos de paz. La táctica seguida ha sido la de afirmar que no hay plata para hacer nada, pues le rasparon la olla por $25 billones. Hoy el proceso de paz se hunde simplemente. El pánico fiscal se usa para justificar una reforma tributaria que ya no se llamará así, sino ley de “financiamiento social”, donde  se extenderá el IVA a toda la canasta familiar, no importa qué propuesta al final se adopte. Uno no sabe que tan cierto es ese faltante, pues el ministro Carrasquilla ha quedado con poca credibilidad después de sus jugosas ganancias en los ‘Bonos de agua’, y ahora el nuevo escándalo de Medimás. Además, con el alza recurrente de los precios del petróleo es posible que se nos venga una minibonanza que haga hasta inútil esa reforma tributaria. Pero se hará de todas maneras, pues el “financiamiento social” así lo exige. Después se nos dijo que este era un gobierno de “técnicos” y no de repartos de mermelada. Pues ahora vemos cómo se reparte buena mermelada en embajadas y consulados a los hambrientos personajes del Centro Democrático.

Basta mirar el nuevo nombramiento de la directora de la Agencia de Desarrollo Rural para darse cuenta de que sus únicos méritos son los de uribista consumada, pero sin ninguna idea sobre el desarrollo rural, por muy abogada que sea. Ni qué decir de las 15 condecoraciones del brillante presidente del Senado.

También se nos vienen ahora con reformas de unificación de calendarios, el cual se disfraza de necesidad técnica en materia de planeación regional, pero con el propósito de amarrar más la votación presidencial en la elección de parlamentarios, diputados y concejales en un solo combo. Es una clara maniobra del vargasllerismo, desesperado con la impotencia de sus maquinarias regionales en las votaciones presidenciales. Eufemismos. Vivimos de eso.