A nadie parece importarle la crisis financiera de Chipre. Una pequeña isla de apenas 1.116.000 habitantes, aunque con un alto PIB per cápita de 28.000 dólares, diseñó su modelo de desarrollo con un sector financiero abierto al mundo, siendo casi ocho veces del tamaño de su PIB.

Exenciones tributarias y buenos intereses, atrajeron capitales non sanctus de Rusia y del resto de Europa. Desde su entrada a la Eurozona en 2008, las perspectivas eran brillantes, aunque no contaban con los errores de sus bancos al especular con bonos de la deuda griega.

Hoy, los principales bancos están insolventes y al pedir ayuda a la Unión Europea se les ha colocado un paquete de medidas bien curioso: todos los ahorradores deben cubrir parte de las garantías del préstamo de la Eurozona y hoy se enfrentan a un control de capitales novedoso, donde la libertad de capitales ha sido bloqueada precisamente en la moneda del euro.

Frente a las crisis financieras, lo que más indigna a los ciudadanos es que la élite financiera siempre sale incólume, sin dar con sus huesos en la cárcel. Los ciudadanos tienen que salir a cubrir con impuestos u otra forma de exacción de sus recursos las aventuras de las cúpulas financieras. En Estados Unidos no hay un solo detenido por la crisis financiera del 2008, como lo ha denunciado la valiente senadora Elizabeth Warren, del estado de Massachusetts. En Colombia, en el caso de InterBolsa, no ha pasado nada, y ahora vemos a socios de la firma interviniendo en la lucha por el poder accionario de Fabricato. Acá pagamos todavía el famoso 4 x 1.000 para cubrir los errores de estos respetables e inteligentes miembros del sector financiero.

El pasado 19 de marzo, en el marco de la cátedra Europa de la Universidad del Norte, se desarrolló un panel interesante sobre la crisis europea. El profesor Eduardo Pastrana señaló acertadamente que esta crisis no se debe a los excesos del Estado de bienestar en la periferia europea, aunque obviamente se necesitaban esfuerzos racionalizadores.

El meollo de la crisis es sistémico, es un proyecto de unificación económica sin integración política. No se puede tener una moneda europea de curso forzoso, si al mismo tiempo no hay un estado único o una integración política al más alto nivel. No hay una institucionalización adecuada. Cada líder europeo piensa en sus electores.

La ideología neoliberal también hizo estragos pues liberalizó la economía en medio de 17 economías nacionales, con moneda única. Se ha ido recortando el estado de bienestar y el programa propuesto de rescate es el de más austeridad. Así, Europa saldrá de la crisis algún día, pero quién sabe dentro de cuántos años y a un costo político elevado.

Dieter Wolfran analizó cuidadosamente los paraguas de rescate de la UE, mostrando de manera puntual todas las opciones. Aunque han ayudado a evitar el desplome del euro, no han ido al meollo del asunto. Como bien lo señaló Han Blumenthal, lo que necesita Europa son Eurobonos y un Plan Marshall gigante. Pero eso no lo veremos. Lo que pasa en Chipre asusta a todos los países.

Jairo Parada
Opinión