Vínculo: /documents/228749/0/jparadac.php.htm

En su libro El Precio de la Civilización Jeffrey Sachs ha dejado claro que los tiempos que vivimos de fragilidad en medio de la globalización, exigen un estado mucho más grande y eficiente, lo cual a su vez implica que los ciudadanos paguen mayores impuestos. Es algo que la élite conservadora rica republicana de Estados Unidos parece no entender. Pero los retos se extienden igualmente a los países en desarrollo y por supuesto a los gobiernos locales. Los recaudos normales de impuesto predial e industria y comercio, no generan de hecho la capacidad fiscal para emprender las obras de modernización de una ciudad que pretenda jugar un rol importante en la economía global. La contribución de valorización en Colombia fue establecida por la ley 25 de 1991 y la ley 1 de 1943, potestad que la Constitución de 1991 ratificó para los municipios, precisamente para generar recursos para ese tipo de proyectos. La valorización les trae malos recuerdos a los barranquilleros, después de la experiencia fallida de aquella que se cobró por la carrera 50, de la cual subsiste el ridículo puente de todos conocidos. Todavía es una vía estrecha e incómoda para acceder al centro de la ciudad. De ahí que no fue fácil para el Alcalde Hoenisberg venderle a la ciudad la Valorización I, la cual se aprobó por Acuerdo No. 06 del 2004. Con ella se iniciaron los trabajos de la Circunvalar, la avenida del Río, obras adicionales y algunos megacolegios. Lo bueno de la experiencia es que este modesto esfuerzo de los barranquilleros sirvió para canalizar recursos de la Nación que permitirán al fin de cuentas poder terminar muy pronto con el anillo completo de la Circunvalar. El esfuerzo local fue acompañado de alguna manera por la Nación. Es el principio de “todos ponen”. El Acuerdo No. 010 del 2008, complementó lo del Acuerdo anterior, ordenando lo que hoy hemos llamado la II Valorización. Si la liquidación de la Valorización I fue de $189.000 millones, la II Valorización se aprobó por $379.145 millones, lo cual prácticamente dobla el esfuerzo anterior. Si bien ahora hay un mayor número de predios que en el pasado, lo cierto es que el esfuerzo fiscal de los barranquilleros será mayor esta vez. La reacción no se ha hecho esperar. Muchos ciudadanos han expresado su desacuerdo con este nuevo tributo, así se le llame “contribución”, a la vez que el Concejo Distrital ha exigido una mayor discusión de las obras a realizar y se discute si hubo autorización plena para aplicar la norma. Dejando a un lado el debate jurídico, lo cierto es que esta II Valorización exige unas pre-condiciones para su implementación. En realidad, la gente no se opone per se a la misma, pero exige varias cosas muy razonables al gobierno local. En primer lugar, se desea absoluta claridad sobre la Valorización I. Se debe conocer bien que se hizo con ella y cuáles fueron los problemas que enfrentó la misma. En esta ciudad estas contribuciones solo son cumplidas por los sectores medios y altos, por lo que el 30 o 40% de cartera morosa es un hecho previsible, lo cual le genera compromisos de inversión nuevos al municipio. En segundo lugar, la Administración debe explicarle bien a los ciudadanos qué se ha hecho frente a las concesiones que han quedado después de Métodos & Sistemas. No hay claridad cómo se renegociaron y sería importante ver si de allí no es posible obtener mayores recursos. En tercer lugar, es imperativo terminar las obras de la Valorización I. No tiene presentación comenzar la nueva sin haber entregado todas las obras. Por último, se debe examinar si es posible discutir nuevamente el plan de obras de la II Valorización, a la luz de los nuevos proyectos que sugiere el nuevo POT. Allí, la Avenida del Río de 5 Kms. y las vías internas de inclusión social de la ciudad son claves.