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Los nuevos rumbos de China

 

Las recientes protestas de los productores de calzado colombiano por las importaciones chinas de este producto, sólo refleja la tragedia y los costos de los programas de globalización emprendidos hace más de dos décadas por los sucesivos gobiernos colombianos. Se sigue sin entender que sin adoptar las medidas adecuadas para construir cinturones de protección social como lo pedía Polanyi, la globalización destruye empleos y fractura sociedades. No se trata de volver al proteccionismo, pero sí de adoptar los adecuados procesos de transición hacia estos nuevos escenarios. La incomprensión de lo que sucede en China, dificulta la capacidad de entender estos fenómenos.

Una de las leyendas más comunes que existen sobre China, es que se trata de un país capitalista con ropaje “socialista”. Se trata de universalizar el sendero del capitalismo para todos los países por fuera del cual no hay salvación. Por ello, Acemoglu y Robinson son escépticos sobre China, al no seguir el camino anglosajón de las instituciones capitalistas. En realidad, el camino chino ha sido calificado por las autoridades chinas como “socialismo de mercado” y si examinamos el proceso desde 1950, ha sido exitoso. Los chinos, y en especial desde las reformas de 1976, se inventaron la fórmula del socialismo en lo político, combinado con el capitalismo de estado y la inversión extranjera. Ya se sabe que muy pronto China será la más grande economía del planeta. China no imita el camino occidental, mantiene sus peculiaridades de su sistema político, y se desarrolla exitosamente en la esfera económica. Si los chavistas venezolanos hubiesen imitado este modelo, estarían en mejores condiciones comparados con lo que hicieron hasta la fecha. Un trabajo de Samir Amin “China 2012” ayuda mucho a esclarecer lo que sucede en China. La línea maoísta seguida en China la remonta hasta la revolución de los Taipings (1851-1864), la revolución china de 1911 y 1949, con los zig zags de la revolución cultural, seguida por la fase actual. China sigue siendo socialista porque la tierra no es una mercancía, a pesar de ser “utilizada” por la producción campesina exitosa, el sector financiero está en manos del estado, el yuan es una moneda soberana y no está sometido a los vaivenes de la globalizacion financiera, y el grueso de la producción (un 51%) está en manos de empresas estatales que han sabido trabajar con las multinacionales más poderosas del mundo.

China controla su excedente económico, y el 50% de su población está cubierto con seguro social y pensiones. Aspiran a llegar al 85% muy pronto. Su régimen político es muy diferente al democrático de Occidente pero trata de mantener su “línea de masas”. Ahora, como lo señala la firma consultora McKinsey, China se prepara para un nuevo capítulo de su desarrollo, enfatizando su mercado interno, y modificando su modelo exportador. Es el país con la infraestructura básica más grande del planeta, construida con base en minuciosos planes quinquenales, y no como resultado espontáneo del mercado ni de concesiones leoninas. Los chinos se han inventado su propio camino y les ha dado resultado. Sin duda el nuestro será diferente, más “occidental”, producto de nuestra propia invención, pero diferente a lo experimentado en estas dos décadas, donde hemos avanzado, pero con mucha exclusión.

Por Jairo Parada

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