El pasado diciembre me fui a visitar Uruguay, pues deseaba ver de cerca ese país controlado por una izquierda democrática agrupada en el Frente Amplio desde el 2005. La impresión que me llevé fue favorable: este pequeño país, de un desarrollo moderado, sencillo, sin aspavientos, está mucho mejor que nosotros en todos los indicadores sociales. La izquierda allí aplica una política práctica, con un gran desarrollo social, sin lesionar el desarrollo capitalista, con incrementos fuertes en la ayuda estatal para ciencia y tecnología. Sus exportaciones de carne ya tienen trazado electrónico y superan las de Argentina (The Economist marzo31-abril6/18). Los impuestos son bajos y se opera con disciplina fiscal.  Diversificaron su canasta energética y luchan con sus problemas. El turismo es impresionante, de todas partes del mundo. El gobierno es sencillo. El palacio presidencial se me pareció a la torre del antiguo Banco Popular en Barranquilla, sin tantos aspavientos ni guardias presidenciales.

Cuando todo el mundo suponía un viraje de derecha en América Latina, con la elección de Piñera en Chile y de Duque en Colombia, lo último debido a la Colombia andina que se dejó meter miedo con el castrochavismo, en México –ese país descomunal– ha triunfado la izquierda, con una alianza variopinta que incluye hasta grupos evangélicos. Allá, estos grupos son progresistas y no de derecha como la mayoría de los colombianos. Andrés López Obrador (AMLO), un político de una tenacidad increíble, esperó 18 años para lograr este objetivo. Los mexicanos habían ensayado con el PRI y el PAN, y nada les funcionó. La tremenda desigualdad, la corrupción y la violencia llevaron a los mexicanos a elegir un camino diferente. Allá se trató de usar el fantasma del castrochavismo, pero fue inútil. Después de casi 30 años de neoliberalismo, la frustración popular era evidente. Además, México nos lleva mucha distancia en materia educativa, en especial, en la educación universitaria, como lo pude percibir hace años que fui por allá. El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) se define como “una organización política amplia, plural e incluyente y de izquierda, con programa y estatutos”. Busca recuperar la ética política y sacar a la cúpula de los de siempre en el poder, reproductores de la corrupción. Su modelo económico respeta el desarrollo capitalista, pero el Estado “asume la responsabilidad de conducir el desarrollo sin injerencia externa”. Se promueve la competencia y se busca acabar con los monopolios y precios abusivos, y eliminar los privilegios fiscales. Enfatiza el mercado interno con salarios justos, con libertad y democracia sindical. En fin, propugna por un cambio económico muy moderado, pero que afecte el status quo. Ya los grupos empresariales aceptaron el triunfo de AMLO y la economía no se desplomó.

Todo indica que AMLO seguirá más el modelo chileno y uruguayo, y no el fracasado de Venezuela. Su equipo está bien estructurado y cuenta con las mayorías en el Congreso. Están las herramientas dadas para cumplirle a los mexicanos. Otro mundo es posible, algo que los asustados neoliberales colombianos temen profundamente. Será cuestión de tiempo en Colombia, a pesar de las matanzas que pretenden detener el proceso social, de más democracia e igualdad en nuestra sufrida nación.