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Otras Dimensiones de Nuestra Ciudad

Decía José Saramago en el El  cuaderno del año del Nobel que no había nada más contradictorio que un pensamiento único, donde el subjetivo y el adjetivo unidos son en sí una contradicción. Por ello, hablar de una sola visión triunfante en la ciudad, la que se difunde con la enorme maquinaria publicitaria de nuestra administración distrital, donde desde el 2008 se inició la maravilla de ciudad que somos, no puede aceptarse. Y no es que nos neguemos a ver el progreso, el malecón, las canalizaciones de arroyos, los parques, los hospitales y los megacolegios. No se trata de eso ni es terquedad. Lo que pasa es que no nos dejamos embelesar con ventanas al mundo ni con el árbol de Navidad más grande de Colombia, disputándole el récord a Peñalosa. 

Toca mirar otras dimensiones de nuestra ciudad que día a día nos golpean duramente en nuestra competitividad. El caso de nuestro Puerto es doloroso y lo que está sucediendo con el río es preocupante por la generación de una isla artificial que está cambiando la dinámica de los caños y los accesos a esa fuente fluvial. Tanto dinero hemos comprometido en vigencias futuras y nos va a tocar seguir viendo el río desde lejos, simplemente porque no tenemos los estudios actualizados de lo que allí pasa. El islote que viene desde la Avenida del Río no se debe, según los expertos, al nuevo Puente ni al muelle de alguna empresa. Es el resultado de la dinámica del río que amenaza la otra orilla y se puede llevar en un futuro el dique direccional, generando una catástrofe portuaria. Toca hacer obras urgentes del otro lado y definir qué se hace con esa isla que el río nos está regalando.  La cosa está grave por el lado de Tebsa y la Triple A, al aumentarse la sedimentación de aguas negras por los desagües gigantescos de aguas negras de Soledad, sin solución a la vista ni con emisarios ni plantas de tratamiento. 

Lo que me lleva a referirme a la dimensión ambiental de la ciudad, frente a lo cual la administración nos quiere distraer con la siembra de árboles, muy rentables para los propietarios de este negocio. Poco hace Barranquilla Verde frente al desorden ambiental de la ciudad.  Nadie sabe qué va a pasar con la planta de tratamiento de la Edar del barrio El Pueblo, la cual se va a suprimir y “remplazar” con una solución de una planta de pre-tratamiento por la Cra. 38, deteriorando más la Ciénaga de Mallorquín a pesar del alto valor de esta nueva planta, la cual no sabemos si al fin va con la toma de la SAE de la Triple A. Ni qué decir de los tres colectores de aguas negras de Barranquilla que al Norte todavía desembocan en el río, afectando al Malecón en un futuro. Los expertos ambientalistas que estudian el tema, unos profesionales jóvenes que se meten en el barro de estas comunidades que rodean la Edar, están muy preocupados. Si se miran las apropiaciones presupuestales para el Fondo de Descontaminación de Aguas Residuales, las sumas son ridículas. Estos son temas preocupantes sobre lo cual se necesita un viraje en la ciudad.  Menos publicidad y más obras en este frente. 

¿Ya es hora de otra visión de ciudad?

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