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Propuestas Económicas de Campaña

Muchas veces las propuestas que se presentan en Colombia en tiempos de campaña se parecen a las que se plantean en otros países, por querer estar a la moda no importan de donde vengan esas ideas ni cual sea su sello ideológico. En los años 80, apareció en Estados Unidos la escuela ofertista, inspirada en Jude Wannisky y Arthur Laffer. El eje central de esta escuela era que los problemas de la recesión mundial que se vivía a comienzos de esa década provenían del exceso de impuestos. Si se rebajaban, los empresarios invertían más, generaban más empleos, la economía crecía y hasta las finanzas públicas mejorarían. Ronald Reagan puso en práctica esta teoría en la Reforma Fiscal de 1981, rebajando impuestos a las corporaciones y al ingreso personal. Los resultados fiscales fueron desastrosos y el déficit público se disparó.  Hoy, los republicanos, los conservadores y ortodoxos de allá repiten su error con la Reforma fiscal de Trump, bajo los mismos infantiles argumentos, proponiendo un audaz 20% en la tasa corporativa, sin dejar claro cómo tapar semejante hueco, cuando los baby boomers de los 60 ya se pensionan y los costos de salud aumentan. Es la transferencia de riqueza más descarada al 1% de los más ricos en Estados Unidos.  Con una economía con un bajo desempleo al 4,1%, no se necesitan mas estímulos, y ello solo aumentará los saldos en efectivo de las grandes corporaciones. Mientras, los sectores medios y de trabajadores siguen con sus salarios estancados y agobiados con impuestos y altos costos de salud.

La versión local de Trump ya la vemos en la propuesta económica de Vargas Lleras. Propone bajar la tasa tributaria empresarial al 30%, lo cual es sensato por los excesos fiscales que sufrimos, pero no deja claro cómo recuperar ese hueco en un país ya con déficit fiscal, gasto creciente y economía en desaceleración, además de una situación de orden público en deterioro en los espacios abandonados por las Farc. También propone la deducibilidad plena de costos y gastos en el impuesto sobre la renta y no gravar los dividendos o la utilidad en venta de acciones y participaciones, hasta la depreciación a dos años del costo de las nuevas inversiones en bienes de capital. Ello favorece obviamente al sector financiero, el más mimado del país. Pero va en contravía a las necesarias políticas de gravar más, no a las empresas, que ya tienen bastante, sino a los sectores más ricos del país, a las personas naturales acaudaladas, las cuales deben contribuir más al gasto público. El hueco fiscal no se resuelve rebajándole impuestos a las empresas, lo cual es bueno, sino gravando a los más acaudalados. Pensar que esto se va a resolver con reformas a la DIAN y lucha contra la evasión, genera escepticismo. El resto de las propuestas de Lleras son conocidas, otra vez la locomotora minera, con su desastre ambiental intrínseco, y las vías, que nunca parecen despegar del todo. 

Pero las ‘trumpadas’ locales se dan también. Cursa en la Asamblea un proyecto de ordenanza que incluye a los grupos religiosos en el Consejo Territorial de Planeación, abandonando la concepción de un estado laico, a la vez que deja por fuera a los ateos y simpatizantes de religiones orientales. Que ocurra en una Gobernación liberal es bien lamentable. 

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