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Resiliencia

Cuando nos suceden eventos traumáticos en la vida, no nos queda otro camino que aprender a soportarlos, analizarlos y superarlos. No es fácil. El dolor se nos agolpa en el pecho, nos sentimos agitados y tratamos de buscar explicaciones racionales no siempre fáciles de lograr. Eso nos pasa a los colombianos al tener que soportar tantos hechos de violencia en estos años, cuando el país trata de seguir el sendero de la paz en lo que llamamos post-acuerdo, pues después de superado el conflicto con las Farc, todavía la tarea no está terminada. Faltan las disidencias de las mismas, el Eln y los grupos de narcotraficantes.

Los líderes caen y enseguida aparecen los sucesores. Somos una sociedad que genera violencia permanentemente por ser una comunidad profundamente desigual y excluyente, con malos ejemplos en la élite, plagada de ansias de poder y de corrupción. Frente a ello, el único camino es el del ajuste institucional constante, construir nuevos valores y practicar una política distinta, con una visión de país diferente.

Fortalecer la democracia sobre los valores de respetar la vida del otro y las diferencias no ha sido fácil en un país que ya ha asesinado 460 lideres sociales desde que se firmó la paz, y en este año ya llevamos diez lideres  asesinados. La muerte  dolorosa de los cadetes de la Policía es la manifestación de este espíritu de guerra y violencia que no hemos podido desterrar de nuestro país. Muchos grupos paramilitares se han sentido envalentonados con el nuevo presidente Duque y han desatado crímenes, creyéndose otra vez respaldados por el Estado, como sucedió en el pasado. En la Región Caribe hay pueblos de Sucre que ya tienen “toques de queda” extraños desde las 6:00 p.m., en la Sierra Nevada las mismas estructuras delinquen otra vez y todo aquel que reclame tierras o luche contra la corrupción cae bajo las balas. Nos duelen los policías. Pero también nos duelen los lideres asesinados y los 80 excombatientes de las Farc que han sido eliminados. Nuestro dolor debe ser por todos. Por que no se respeta la vida. Ya hasta hay amenazas a académicos que opinan sobre el conflicto. Siente uno los tiempos de cuando asesinaron a nuestro querido Alfredo Correa. 

La tesis de la derecha que dice que el ataque del Eln fue causado por la debilidad en las negociaciones con las Farc no tiene ni pies ni cabeza. Bajaron los homicidios en forma tremenda, lo mismo que el número de victimas, y el ambiente de paz se fortaleció. Pero el gobierno Santos no fue firme en ocupar los vacíos que dejaron las Farc, ni el nuevo gobierno mostró entusiasmo por continuar el proceso de paz.  Casi se ha tratado de dejarlo morir de inanición. Ha sido la comunidad internacional la que le ha recordado los compromisos al gobierno Duque. Predominan hoy los tambores de guerra y el atentado del Eln, si es que se aclaran tantas cosas extrañas en este evento, le ha servido en bandeja a la derecha el afán de intentar otra vez buscar una unidad alrededor de la guerra contra el terrorismo, el cual sin duda condenamos, pero la unidad debe ser por la búsqueda de la paz y el respeto a la vida. No nos dejemos desviar. De nada servirán las pataletas con Cuba. Resiliencia. 

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