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Retos Venideros

Aunque el nuevo Gobierno que se avecina no supone mayores cambios al modelo económico, –es decir, la ortodoxia continuará– sin duda el tema fiscal será uno de los complejos de enfrentar. Cuando apenas hemos acabado de digerir una reforma tributaria, ya se nos anuncia otra disfrazada de “reforma fiscal”, dando a entender que se ocupará del gasto y de la evasión. Aquí el Gobierno se tropezará con inflexibilidades de tipo presupuestal ya en marcha en este año, con una buena cantidad de vigencias futuras adelante para los proyectos viales y el Metro de Bogotá. Poca plata quedará para el Caribe con su APP del Río embolatada y con un puente nuevo en el 2019 para Barranquilla que conducirá a la misma trocha hacia Ciénaga. De ahí que las promesas de rebajas fiscales a los empresarios –de pronto necesarias– tropezarán con el problema de los faltantes fiscales que ello generará. No es fácil decir que ello se cubrirá con campañas de lucha contra la evasión, pues esto no da resultados notorios en el corto plazo. Además, el Gobierno tendrá que reducir 200 exenciones que disfrutan los empresarios con un costo fiscal tremendo. La reforma pensional no será fácil y tampoco logrará rebajas inmediatas. De ahí que con el ya conocido exministro Carrasquilla a bordo, solo nos esperarán recortes presupuestales a nombre de la austeridad y sin duda nuevos impuestos. El alivio del IVA para seis días del año parece un chiste. Detrás siempre está la idea equivocada de las teorías del trickle-down, refutadas por la evidencia empírica de décadas, que si rebajas impuestos a los inversionistas ellos invertirán más olvidando que las empresas invierten más según sus expectativas de ventas, y estas solo pintan una lenta recuperación este año. Aunque se ha aliviado el precio del petróleo y se espera esté estable alrededor de los 75 dólares –lo que le da algún margen de acción al gobierno– no se irá muy lejos.

 

El tema de fondo de la economía colombiana es su baja tasa de crecimiento económico, y con tasas del 2% o 3% en el PIB no llegaremos a ninguna parte. Para resolver los temas de pobreza y desigualdad necesitamos tasas por encima del 4% o 5% anual por dos décadas al menos. En fin, con austeridad en el gasto y rebajas fiscales seguiremos un poco en las mismas, agobiados de paso con la elevada migración venezolana que ya alcanza un millón de personas.

De ahí que el nuevo Gobierno debe fijar su mirada sobre estos temas básicos en su llamado de unidad a los colombianos, lo cual es positivo, y no enredarse en sabotear la reglamentación de la JEP y dar señales de querer entorpecer el proceso de paz. Ello lanzaría señales preocupantes a los inversionistas, si se piensa que el país puede volver a esos tortuosos caminos.

Sobre el tema de la corrupción electoral, denunciados por el Fiscal, los colombianos sabemos que eso es apenas la punta del iceberg. Un taxista en Barranquilla me decía con sorna que “descubrir” que los votos se compraban en Barranquilla, por ejemplo, le daba risa, cuando aquí se sabe que todos los políticos compran votos. El tema ahora se complica, pues ya no era el 30% que se estimaba antes sino porcentajes mayores. Todavía nos faltan, sin duda, más actores pesados de este tinglado. 

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Entrevista periodistica sobre el libro "Instituciones, Desarrollo y Regiones" en Colombia

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