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TLC CON USA: UN BALANCE PRECARIO

 

Muy a pesar del consabido entusiasmo oficial con el primer aniversario del TLC con Estados Unidos, la dura realidad es que el balance del mismo ha sido precario. Las exportaciones colombianas a Estados Unidos sólo han crecido en un 3,7%, mientras que las importaciones colombianas se dispararon en un 12,7%. Se repite así la experiencia de los años 90: una apertura importadora, lógica para un país que padece una revaluación de hace más de diez años, con pocos logros en innovación y desarrollo tecnológico, y una política industrial, si es que puede merecer ese nombre, absolutamente pasiva. Lo que sucede es que dentro de la ortodoxia que se le enseña a los economistas hoy, se cree que las ventajas del comercio exterior se transmiten espontáneamente y las empresas nuevas surgen como hongos de la tierra.  La realidad es precisamente lo opuesto: los países que más aprovechan el comercio exterior cuentan con estados que acompañan a los empresarios activamente, mejoran la infraestructura, utilizan la tasa de cambio como variable estratégica, y saben que hay que ser proactivos para aprovechar estos tratados. Revaluación, bonanza minera y pasividad del estado, son las receta para convertirnos  en el típico país de renta petrolera que todo lo importa, escenario familiar al cual no queremos llegar.

Sin duda, que también depende este resultado de cómo miremos el vaso, si medio vacío o medio lleno. Ya 1.500 productos colombianos debutaron en el mercado americano, y 775 empresas nuevas debutaron en Estados Unidos, curiosamente la mayoría de ellas situadas en Bogotá y Medellín, al contrario de lo que las leyendas locales suponen.  Sin embargo, las tres ciudades de la Costa, reportan aumentos importantes de sus volúmenes de carga portuaria, más llegada de inversiones extranjeras, y muchas expectativas. El gobierno ha dicho que estos procesos toman tiempo y que la experiencia mundial así lo indica. Efectivamente así es, pero si esperamos que las cosas se arreglen por sí solas, seguiremos convertido en país importador, con la destrucción del empleo y la producción local. Anif recientemente,  publicó una reflexión muy preocupante sobre el Índice Big Mac de la revista The Economist, el cual indica que tanto nos hemos revaluado. ¡Cuando se hacen los cálculos de la revaluación usando la paridad del poder adquisitivo, nuestra revaluación ya no es del 11% sino del 80%!, lo cual infla los análisis en dólares. Por ello es que muchos hablan de Colombia con un país de PIB per cápita de $10.000 cuando la realidad está en un 30% por debajo.

El otro frente sobre el que hay que trabajar es la del diseño de una verdadera política industrial, que no caiga en el proteccionismo, pero que ajuste las cargas y beneficios de estos procesos. Ningún país entrega su desarrollo industrial a cambio de baratijas, y las políticas de compras estatales pueden ayudar. En esta política, lugar clave lo desempeña la política de innovación de C&T, hoy sometida un despelote institucional a nivel local. Los recursos de regalías de Colciencias no se pueden coger para arreglar colegios o regalar computadores. Eso se debe financiar con los recursos del Gobierno. Las regalías son para algo más serio por fa

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