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Vino Viejo en Odres no tan Nuevos

Al fin se empieza a conocer el equipo de gobierno del joven presidente Duque, quien prometió renovación generacional  y de ideas en su nuevo gobierno de derecha, apoyado por más de 10 millones de electores asustados con Petro y el fantasma del castrochavismo. Algunas figuras se pretenden presentar con el titulo de “técnicos”, vieja e insulsa distinción entre “técnicos” y “políticos”, que cautiva a aquellos que no entienden que un gabinete es esencialmente político, para poner en ejecución un programa de gobierno político, aquí fiel al rancio uribismo.

Ojalá que enviar al exprocurador Ordoñez a la OEA sea para mantenerlo lejos del berenjenal que armaría en cualquier cargo nacional con sus ideas ultraconservadoras obsoletas. Pero el nombramiento de Alberto Carrasquilla en el Ministerio de Hacienda, si bien le inspira absoluta confianza a la banca internacional y al capital financiero criollo, así como a los gremios, quienes practicaron un descarado anarco-gremialismo al apoyar una candidatura, me temo que a la mayoría de los colombianos le recuerda el sabor amargo de eliminar la mesada catorce a los pensionados, recortar horas extras, elevar prebendas a los altos funcionarios públicos en el primer cuatrienio de Uribe, y el de ser un absoluto y duro neoliberal, por lo que uno no ve cómo el uribismo pretende elevar los salarios de los trabajadores, con alguien que alguna vez consideró que teníamos un salario mínimo muy elevado.

De Carrasquilla solo podemos esperar más impuestos para los sectores medios y populares, más ataques a los pensionados, más privatizaciones, rebajas tributarias para las grandes empresas, ya famosas en la época de los “huevitos” de Uribe.  Su historia con los bonos medioambientales no ha sido esclarecida, así como su vinculación a los Panamá Papers.

Pero si se confirma que el Sr. director de Fenalco será el próximo ministro de Defensa, uno no puede esperar sino una ofensiva contra el proceso de paz, pues el Sr. Botero siempre fue enemigo del mismo. Sin embargo, observemos aquí el rasgo corporativista del Gobierno colombiano: Santos le dio el manejo de la defensa a Villegas, del sector industrial, quien siempre ha parecido fuera de lugar, con sus absurdas hipótesis sobre los asesinatos de líderes sociales. Ahora Duque se lo pasaría a los comerciantes, quienes de la noche a la mañana, se vuelven expertos en seguridad nacional.

Creo que el Gobierno no está midiendo la dimensión del conflicto en el cual sigue Colombia, con miles de hombres en el Eln, Clan del Golfo y disidencias de las Farc, para lo cual en lugar de pasar la página con el nuevo partido Farc, sigue obsesionado con hacer trizas el proceso de paz. Ya las Naciones Unidas han advertido el camino peligroso que toman las cosas con la altivez de un gobierno novato, que no sabe en lo que se está metiendo. Los demás miembros del gabinete van a lo que debe ser: mantener el modelo neoliberal actual, que genera poco crecimiento económico, que predica la austeridad para los de abajo y que no generará cambios importantes. El país necesita paz, crecimiento económico y empleo. No más de lo mismo. Pero ello sería pedirle peras al olmo. Le tocará a la sociedad civil presionar por otros caminos. 

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