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El rio-bus y los andenes

Aunque por estos días las noticias relacionadas con las altas tarifas de energía, las deficiencias en la calidad del agua potable y el complejo escenario que enfrenta el transporte público acaparan el interés ciudadano, considero oportuno resaltar, para darnos un respiro, dos importantes iniciativas que a largo plazo permiten esperar mejoras en la experiencia urbana. Se trata del proceso de licitación del proyecto Río-Bus y del inicio de las obras de mejora de los andenes, contempladas en el plan de transformación del entorno urbano (TEU). Ambos proyectos son liderados por la alcaldía distrital de Barranquilla y enmarcados dentro de las promesas de su plan de desarrollo.

Los proyectos no están libres de desafíos. El Río-Bus, una ambiciosa propuesta para brindar un servicio de transporte fluvial en el río Magdalena, debe lidiar con unas condiciones de desarrollo locales que son muy particulares. Un interesante artículo del KTH (Real Instituto de Tecnología de Suecia), que recoge la experiencia de 23 ciudades que han implementado alternativas de transporte urbano en medios acuáticos, permite ver que en todos los casos reseñados el entorno les permite intercambios de pasajeros en diferentes orillas de sus cuerpos de agua, contrario a lo que pasa con la disposición lineal y “mono-ribera” planteada para nuestro sistema. Es decir, en esos ejemplos los usuarios generalmente utilizan el sistema para cruzar de un punto a otro, y no únicamente para movilizarse en una línea paralela a la orilla, convirtiéndose así en alternativas expeditas para salvar ríos, bahías, lagos, estuarios y similares. Así sucede en Londres, San Francisco, Estambul y Rotterdam, por ejemplo. Diferente a estos casos, la primera etapa de nuestro proyecto tiene un enfoque turístico y de uso ocasional.

Los planes del Río-Bus contemplan su posterior extensión desde Las Flores hasta Pimsa, en Malambo, y seguramente se explorarán posibilidades que lo lleven hasta los municipios ribereños del sur del Atlántico. Cuando eso suceda podría esperarse que el sistema sí se convierta en una verdadera alternativa de movilidad para quienes necesitan trasladarse entre esos sectores, siempre y cuando se logre una integración práctica con los demás componentes de la oferta de transporte público. 

El plan de mejora de los andenes es mucho más sencillo. Aquí lo complejo no es la implementación —construir buenos andenes no es difícil— sino las relaciones con los usuarios de vehículos particulares y con los dueños de los negocios que explotan indirectamente los espacios de estacionamiento que van a ser modificados para priorizar al peatón. El cambio de paradigma supone tener mucho cuidado con no afectar excesivamente a quienes desde hace rato están adaptados a lo que les ofrecía la ciudad, porque el éxito con estos proyectos no puede significar la ruina para los que estén directamente implicados. Hay algunos antecedentes que no han salido del todo bien, hará falta mucho tacto y estrategia.

En cualquier caso, ambas iniciativas merecen todo nuestro apoyo. Son apuestas difíciles pero ganadoras, con frutos que demandarán paciencia y constancia, pero que deben ser asumidas como fundamentales para nuestro desarrollo. Son pasos en la dirección correcta. 

Fotografía tomada de https://www.unsplash.com

Publicado en El Heraldo el jueves 4 de agosto de 2022

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