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Manuel Eduardo Moreno Slagter

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ACERCA DE MÍ Arquitecto con estudios de maestría en medio ambiente y arquitectura bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid. Decano de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte. Defensor de la ciudad compacta y densa, y de las alternativas de transporte sostenible. Coleccionista de música.

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Cerrar la calle

Jeff Speck es un reconocido planificador y diseñador urbano norteamericano. Su obra se ha consolidado alrededor de la idea de lograr que las ciudades ofrezcan un entorno que invite a caminar con mayor comodidad, propósito y motivación, lo que considera indispensable para que una ciudad prospere y sea competitiva. Recientemente, acaba de publicar el libro Walkable city rules, en el que relaciona una serie de condiciones que permiten configurar un espacio urbano que logre los objetivos que he mencionado, abarcando aspectos técnicos, sociales, políticos y económicos de una manera amena y comprensible; una lectura recomendada para todos aquellos interesados en esos temas.

Speck propone 101 condiciones o reglas en su libro, comprendiendo prácticamente todas las variables que rigen la planificación de una ciudad. Aunque vale la pena revisarlas todas, y sin duda muchas de ellas pueden y deben aplicarse en Barranquilla, hay una que me parece muy llamativa para nuestra realidad y que no parece ser tan compleja de adoptar. El autor la describe de esta forma: “Si su ciudad tiene una calle que tiene el potencial de prosperar si se peatonaliza, haga la prueba temporalmente. Cuando se demuestre que la medida fue un éxito, hágala permanente y luego ensaye con otra calle”. Lo interesante de una medida de ese tipo es que permitiría corregir el error, si es el caso, pero además validaría la adopción definitiva de la peatonalización si se muestran evidencias de haber sido un acierto. Todo esto se podría hacer sin invertir demasiados recursos, solo bastaría algo de voluntad y acuerdos entre las entidades del Distrito y sus ciudadanos.

La peatonalización de una calle puede llegar a ser traumática, la fuerza de la costumbre pesa mucho. Speck reconoce que en los Estados Unidos, quizá el país más carro-dependiente del mundo, los debates detrás de ese tipo de decisiones pueden tomar décadas. Por eso sugiere una aproximación tipo prueba y error, cerrando la calle un día festivo, por ejemplo, y luego por un fin de semana, e ir así avanzando hasta que se puedan comprobar los resultados. La idea no sería imponer el cambio, sino lograr consensos entre los dueños de los negocios, los clientes y los habitantes de un determinado sector. Si la iniciativa funciona, se adopta y se formaliza con los ajustes de diseño que tengan lugar. Si no funciona, se descarta.

En nuestra ciudad hay algunas zonas en las que se podría experimentar con estas intervenciones. En el Barrio Abajo y en el Centro, de hecho, ya hay calles que se han peatonalizado espontáneamente de manera temporal o parcial, pero no se cuenta con el seguimiento y la medición de sus impactos. En El Prado y Bellavista hay también espacios propicios para proponer peatonalizaciones. Creo que, debido al masivo apoyo con el que cuenta la administración distrital, este sería un buen momento para intentarlo. Es cuestión de atreverse.

Fotografía tomada de https://www.pexels.com

Publicado en El Heraldo el jueves 9 de mayo de 2019