RESUMEN


Manuel Eduardo Moreno Slagter

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ACERCA DE MÍ Arquitecto con estudios de maestría en medio ambiente y arquitectura bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid. Decano de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte. Defensor de la ciudad compacta y densa, y de las alternativas de transporte sostenible. Coleccionista de música.

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Cuidado con las libertades

Los difíciles momentos que estamos atravesando han agravado varios de los problemas más complejos que padecemos. Nada de esto debe sorprender mucho.

Países mucho más consolidados, con grandes recursos y fuertes sistemas de salud, aún no resuelven del todo el embate del virus, mientras se van planteando escenarios que les permitan reanudar sus actividades cotidianas de la mejor manera posible. Creo que por mucho tiempo los Estados seguirán tomando decisiones bajo la excusa relativa de la prueba y el error, apelando a la limitada compresión y paciencia de sus gobernados. Un reto complicado e ingrato.

Las diferentes situaciones que vivimos la semana pasada, derivadas de la celebración del “día sin IVA”, ilustran algunas de las enormes dificultades que enfrentamos. La crítica más común, como suele suceder, fue dirigida hacia el Gobierno, bajo el supuesto de que era imprudente la implementación de esa medida en las circunstancias actuales. Una explicación repetida señalaba que se debía “conocer” a los colombianos y entender que ante la oportunidad de lograr descuentos en algunos artículos de consumo, iban a acudir desordenadamente y en masa a buscar la ganga, ignorando los riesgos que tienen hoy las aglomeraciones. Es decir, el Gobierno debía suponer que somos incapaces de tomar decisiones responsables y que por eso no era recomendable darnos ese grado de libertad. Algo similar pasa con las justificaciones detrás del toque de queda y con la ley seca: aparentemente no podemos tener autocontrol. Aceptar esos argumentos es inquietante y merece algo de análisis.

Tanto reclamo de autoridad y mano dura, de represión e intimidación, nos puede conducir por una peligrosa pendiente resbaladiza. Da entonces la impresión de que un creciente número de colombianos estuviese deseando la implantación de un verdadero régimen absolutista, una dictadura o una tiranía. Porque una cosa es vociferar, inflamados por el fervor de las manifestaciones públicas, que estamos viviendo bajo un yugo dictatorial, cosa desde luego falsa, y otra es sufrir tales atropellos. No nos acostumbremos demasiado a que nos digan si podemos o no salir a la calle, o si podemos o no tomarnos una cerveza, podemos así perder unas libertades que después será muy complejo recuperar.

Por otro lado, esa infantilización de la gente, ese reclamo insistente por un Estado paternal y dominante, podría comenzar a invalidar la democracia. Si aceptamos la crítica al Gobierno, y nos definimos incapaces de escoger entre la posibilidad de contagiarnos en medio de una pandemia o abstenernos de salir a comprar cosas suntuosas como televisores y equipos de sonido; si somos tan torpes al hacer una elección tan básica ¿con qué criterio vamos a ser capaces de escoger entre un candidato u otro en una contienda electoral?

Hay que tener mucho cuidado con lo que deseamos, porque puede volverse realidad.

Fotografía tomada de https://www.unsplash.com

Publicado en El Heraldo el jueves 25 de junio de 2020