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Manuel Eduardo Moreno Slagter

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ACERCA DE MÍ Arquitecto con estudios de maestría en medio ambiente y arquitectura bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid. Decano de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte. Defensor de la ciudad compacta y densa, y de las alternativas de transporte sostenible. Coleccionista de música.

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El riesgo permanente

El pasado domingo, cuando ya la noche había puesto fin a la celebración del Día de la Madre, en el centro comercial Buenavista II se desató un incendio de considerables proporciones. La conflagración consumió una parte del cuarto piso del edificio, aunque el impacto de lo acontecido afectó a varios locales ubicados en otros niveles, especialmente a aquellos que están debajo de la zona comprometida. A pesar de la rapidez con que se expandieron las llamas –un asunto que habrá que revisar– no se presentaron ni víctimas ni heridos, lo que constituye el hecho positivo de un suceso que pudo tener un final mucho más trágico. Ciertamente este tipo de emergencias nos recuerdan, al menos ese es mi sentimiento, la importancia que tienen las medidas de seguridad y los procedimientos de evacuación en nuestra vida cotidiana, especialmente en el entorno edificado.

Según se ha podido establecer en diversos medios, parece que el incendio se originó en un gran parque infantil. El sitio, que he visitado en varias ocasiones, es un lugar amplio, sin ventanas visibles y relativamente oscuro, en el que se simula la experiencia de una ciudad para los menores. No quiero imaginarme el escenario que estaríamos describiendo si esta situación se hubiese desatado con el local abierto y en funcionamiento, colmado de niños. Dentro de lo que sin duda es un momento muy difícil para los propietarios y empleados de los negocios que se vieron perjudicados, creo que todos pueden considerarse afortunados por el desenlace de este asunto y valorar el trabajo del cuerpo de bomberos y de los organismos de socorro, que reaccionaron de manera oportuna y rápida, como debe ser. Fue también providencial, sería necio negarlo, que la mala hora se haya revelado con el centro comercial relativamente vacío. No me cabe duda de que la suma de todos estos factores, la preparación y la suerte, evitaron mayores daños.

Es normal que la cotidianidad nos vaya apaciguando los mecanismos de alerta y que poco a poco, ante la falta de acontecimientos, ablandemos nuestras posturas ante las posibilidades de una emergencia. Quizá varios de nosotros nos hayamos fastidiado cuando en nuestros lugares de trabajo somos invitados a participar en simulacros de evacuación, o nos incluyen en jornadas de capacitación para el manejo de eventos catastróficos, o en cualquier otro ejercicio que busque prepararnos para los desastres. Pensamos que nada va a pasar, que esas cosas son improbables, o peor, que todo es una pérdida de tiempo. Que este incendio, en un lugar que frecuentamos y consideramos cercano, sea una azarosa advertencia para todos. El riesgo es permanente, siempre acecha.

El centro comercial Buenavista, en sus dos etapas, ha sido un importante motor de la economía local. Confío en que pronto se reconstruirá lo dañado y vuelva la normalidad a este importante nodo de desarrollo. Mi solidaridad con todos los afectados.

Fotografía tomada de https://www.pexels.com

Publicado en El Heraldo el jueves 15 de mayo de 2019