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Manuel Eduardo Moreno Slagter

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ACERCA DE MÍ Arquitecto con estudios de maestría en medio ambiente y arquitectura bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid. Decano de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte. Defensor de la ciudad compacta y densa, y de las alternativas de transporte sostenible. Coleccionista de música.

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La Loma

Esta semana, en un lote ubicado en La Loma, ha sido puesta la primera piedra del proyecto de la nueva sede de la alcaldía, continuando de esta manera con el desarrollo urbanístico que comenzó con la construcción de la Avenida de Río y el malecón.  Con esta decisión la administración distrital da un significativo apoyo a los inversionistas interesados en desarrollar ese sector, demostrando la confianza institucional que tiene en el futuro de este proyecto urbano.

De ser exitoso, y a Barranquilla le conviene que así sea, el proyecto de La Loma será sin duda un referente y un ejemplo a seguir, inclusive por fuera de nuestras fronteras nacionales. Dado su tamaño, cerca de cien hectáreas, es posible adivinar que su impacto sobre la ciudad será notable.

Entendiendo que en La Loma actualmente no hay dinámicas urbanas de ningún tipo, y que es una isla prácticamente deshabitada y sin arraigo en la memoria de los barranquilleros; los esfuerzos para convertirla en una zona urbanísticamente consolidada se presumen gigantescos, exigentes de constancia, continuidad y muchísimos recursos económicos tanto públicos como privados. Esta es una apuesta a largo plazo, arriesgada como todas las que necesitan tiempo para su maduración, por lo tanto, su primera señal de éxito será que las administraciones posteriores continúen con esta empresa: cualquier falla en la continuidad de su desarrollo podrá significar su fracaso.

Sin embargo, no es conveniente que la ciudad se conforme sólo con que el proyecto logre sus metas económicas. Esto es fundamental, por supuesto, pero supone beneficios limitados. Se espera que La Loma se convierta en un espacio urbano de calidad, dinámico, diverso, ejemplar y que logre motivar sentimientos de pertenencia en un buen número de barranquilleros. Para que esto suceda, su diseño debe responder a las tendencias actuales en cuanto a movilidad, tipologías, densidad y variedad, y no repetir los errores del urbanismo del siglo pasado, promoviendo una estricta separación de usos y el dominio del vehículo particular. Así debemos esperar que haya sido su concepción.

Probablemente el desafío más complejo que enfrenta el proyecto es lograr que su esperado éxito se convierta en un impulso efectivo para la recuperación integral del centro histórico de Barranquilla, como en algunos escenarios se ha afirmado. En este sentido debemos evitar que el desarrollo de La Loma motive un mayor deterioro de nuestro centro, para lo cual es imperioso un plan que articule estas dos zonas.  Será muy tentador para futuros empresarios fijar su interés en el nuevo sector, con lo cual es probable que el centro histórico observe una disminución en su atractivo comercial, configurando así un escenario indeseable. Las ganancias cualitativas para la ciudad se verían disminuidas si esto sucede, entendiendo que sería imperdonable que el éxito de La Loma menoscabe la recuperación del centro. 

Con un plan conjunto, es posible lograr que el centro de Barranquilla también reciba beneficios derivados del proyecto de La Loma. Su desarrollo armonioso debe ser uno de los objetivos de esta apuesta urbana y es un resultado que debería buscarse con perseverancia. Esperemos que así lo entiendan nuestros gobernantes.

Publicado en El Heraldo el domingo 24 de agosto de 2014