RESUMEN


Manuel Eduardo Moreno Slagter

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ACERCA DE MÍ Arquitecto con estudios de maestría en medio ambiente y arquitectura bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid. Decano de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte. Defensor de la ciudad compacta y densa, y de las alternativas de transporte sostenible. Coleccionista de música.

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Sobre las quiebras

Aunque reconozco que es generalmente desaconsejable, por estos días resulta muy difícil mantenerse al margen de las redes sociales. Acudimos a esos espacios por diferentes razones, por curiosidad, aburrimiento, o a veces para buscar alguna interpretación o información adicional que nos permita comprender mejor el momento que vivimos, una intención que en la mayoría de los casos solo consigue confundirnos más.

Fruto de esas agotadoras lecturas he podido encontrar un sentimiento repetido que se escapa de mi comprensión, uno que parece regodearse con las tremendas dificultades que una gran cantidad de negocios están viviendo por las circunstancias relacionadas con la pandemia, y que festeja maliciosamente cualquier señal que indique la probabilidad de quiebra de alguna empresa o establecimiento.

Un ejemplo notable ha sido el caso de Avianca. El pasado domingo la aerolínea solicitó acogerse al Capítulo 11 del Código de Bancarrota de Estados Unidos, una decisión que le permite ganar algo de tiempo para buscarle soluciones a su crisis. En las redes sociales la noticia fue celebrada por muchos, acaso suponiéndola como una muestra más del derrumbe de un «sistema» que sigue siendo despreciado por quienes no logran comprender los enormes e inéditos beneficios que, a pesar de sus imperfecciones, ha propiciado para buena parte de la humanidad. Expresiones de rechazo que con morbosidad desconocen el aporte de la aerolínea al desarrollo de nuestro país, la señalan como una empresa extranjera (como si eso fuera malo per se), o como una especie de monopolio perverso que solo busca aprovecharse de los colombianos, evidenciaron las honduras más intrigantes de las comunidades tuiteras.

A mi me gustaría poder conversar con algunas de esas personas. Preguntarles a qué se debe su odio y resentimiento contra cualquier logro ajeno, su espíritu destructivo. También conocer su opinión acerca del riesgo que se cierne sobre la gran cantidad de empleos que dependen directa o indirectamente de Avianca: pilotos, auxiliares de cabina, mecánicos, personal en tierra, funcionarios de los aeropuertos, funcionarios de las agencias de viaje y de la industria del turismo, todo tipo de proveedores, etc. Me parece que aquellos que se entusiasman con la posibilidad de la quiebra de Avianca no tienen ni idea de lo que significa la pérdida de una empresa de esa magnitud, creo que piensan que con la bancarrota sólo se perjudican sus dueños o los directivos más importantes, esos a los que puerilmente caricaturizan sentados en sacos de dinero, fumando un habano y maquinando peripecias para destruir el mundo.

La desaparición del tejido empresarial y productivo de una sociedad es terrible, sus consecuencias se pueden sufrir por generaciones enteras, motivando atraso y sufrimiento; es por eso que le debemos más solidaridad a las organizaciones que generan empleo y prosperidad. Espero que Avianca, con todo lo que significa, logre superar estos difíciles momentos.

Fotografía tomada de https://www.unsplash.com

Publicado en El Heraldo el jueves 14 de mayo de 2020