Cuando entré a la carrera de Licenciatura en Pedagogía Infantil, pensé que tenía todo lo que necesitaba para sobresalir y sobrellevar la carrera, ya que junto a mis compañeros ha sido prioritario entregar lo mejor de nosotros. A diferencia de quienes piensan que la educación va en segundo plano, somos un grupo que nos caracterizamos por visualizar la educación como transformadora de realidades sociales. Luego de un primer semestre lleno de reflexión y transformación gracias a materias como educación y aprendizaje, historia de la pedagogía y fundamentos del neurodesarrollo infantil, pude darme cuenta de que tenemos una labor mucho más importante y relevante en la sociedad, por lo que necesitaba continuar formándome en habilidades y competencias que me llevarán a responder a los distintos contextos y realidades. 

Después de tres semestres, volví a caer en la misma premisa: ya estoy preparado para la acción. Sin embargo, me volví a encontrar con un muro que necesitaba de una visión distinta, llamada didáctica de la educación infantil. Aquí, pude aprender acerca de nuestra forma de ver la enseñanza y el aprendizaje en el aula. 

En concreto, en esta asignatura se diseñan unidades didácticas que tienen el propósito de desarrollar clases y/o actividades ajustadas a un contexto y casos determinados. En cuanto al proceso de creación de cada una de las unidades didácticas (UDs), se realizaron seis actividades distintas y dos de ellas deben girar en torno a presentar y responder una situación problema. Para fundamentar las UDs, se necesitaron entender y apropiar conceptos como las competencias en la educación infantil, los principios metodológicos y las actividades rectoras de la educación infantil. Por tal motivo, somos los educadores infantiles quienes, con mucho estudio riguroso, aplicamos nuestros conocimientos al campo práctico. En el curso, se trabajaron cuatro modelos pedagógicos, encargados de entregar fundamentaciones a partir de las necesidades que se tengan en el aula, siendo: Montessori, Decroly, Freinet y Malaguzzi. 

En general, diseñar las unidades didácticas no es caminar por un campo de rosas, pues la planeación de momentos para el desarrollo infantil requiere no solo de un conocimiento teórico a partir de distintos modelos pedagógicos o competencias de la infancia, sino también de la organización para que cada momento sea coherente y pertinente al contexto social inmerso.  

Personalmente, se me hizo muy difícil comenzar a diseñar unidades didácticas por el error en que la mayoría cae: el activismo. En pocas palabras, el activismo viene de actuar, de hacer. En las UDs, se toma al activismo como los momentos donde solo se ejecutan acciones, sin embargo, no promueven aprendizajes ni funcionamientos cognitivos. Así como lo leen, caí en diseñar actividades donde los niños solo actuaban y hacían, pero no se promovían momentos de reflexión donde el infante movilice procesos cognitivos que contribuyan a la construcción de aprendizajes. De algún modo, mi mayor ventaja a nivel académico es la apropiación del conocimiento teórico, pero la práctica y la ejecución de momentos siempre me ha costado. 

En definitiva, el curso de Didáctica en la Educación Infantil estuvo como respuesta a mi necesidad de ser un profesional integral. Aquí, pude utilizar diferentes herramientas que me ayudaron a construir aprendizajes en la materia y a erradicar los momentos de activismo, como el uso de inteligencias artificiales con responsabilidad y los acompañamientos organizados por el profesor y nuestra monitora del semestre. De este modo, cabe destacar que no cualquiera puede diseñar unidades didácticas, pues se necesita de estar a la vanguardia con respecto a las necesidades del aula para generar preguntas y cuestionamientos que permitan respuesta a problemas específicos. A causa de esto, he aquí la labor de un docente que investigue y se actualice constantemente, el cual transforma un coloreado superficial a un coloreado con sentido pedagógico que articule los funcionamientos cognitivos del infante que se pretenden ayudar a movilizar.