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null El árbol que hace llover flores amarillas

El árbol que hace llover flores amarillas

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Flor del lluvia de oro. (foto: Mark Betts)

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15 feb 2016

El año anterior cada mes dedicamos un espacio en esta sección para destacar algunas de las especies de aves representativas del campus de Uninorte. Aves que conviven entre los edificios de clases; aves que se han convertido en insignia de la naturaleza que le da vida a este recinto universitario. Aves que son las primeras protagonistas de la iniciativa institucional Ecocampus, cuyo objetivo principal, precisamente, es darle un lugar importante a la naturaleza en la que estamos insertos. Una iniciativa más que necesaria.

En 2016, la segunda fase del programa se centrará en dar a conocer las especies de árbol que sombrean el campus. En este espacio, cada mes, nos enfocaremos en reseñar algunas de las especies más representativas, que son muchas.

Se trata de una forma amena de hacer alarde por toda la biodiversidad natural que acompaña nuestros días en este lugar. Recordaremos las tardes de estudio o de charlas en los jardines bajo la sombra de un árbol; o aquellos atardeceres colmados con las flores del roble amarillo. Así pues arrancamos con este homenaje a los más grandes de nuestro Ecocampus: los árboles.

Para febrero presentamos el "lluvia de oro". Cuando están florecidos se convierten en uno de los tantos atractivos naturales con los que cuenta Barranquilla. De sus ramas cuelgan llamativos racimos conformados por cientos de minúsculas flores amarillas, que al ser movidas por las fuertes brisas de enero y febrero, ofrecen un espectáculo visual a quienes las observan. Al caer al suelo forman una especie de tapete natural. Parece mágico.

Y en parte lo es. Gabriel García Márquez, en "Cien años de soledad", le dio el romanticismo de la literatura y lo convirtió en un ícono de su realidad macondiana.

"Poco después, cuando el carpintero le tomaba [a José Arcadio Buendía] las medidas para el ataúd, vieron a través de la ventana que estaba cayendo una llovizna de minúsculas flores amarillas. Cayeron toda la noche sobre el pueblo en una tormenta silenciosa, y cubrieron los techos y atascaron las puertas, y sofocaron a los animales que durmieron a la intemperie. Tantas flores cayeron del cielo, que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta, y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro".

Además de sus llamativas flores de cinco pétalos, el "lluvia de oro", bautizado científicamente como Cassia Fistula, se diferencia por sus frutos, que son unas alargadas vainas de color café oscuro, las cuales cuelgan como péndulos de las ramas. Otra característica de este vistoso árbol es su altura, que puede sobrepasar los ocho o diez metros.

Destaca también el gran número de usos medicinales que posee, pues existe documentación que evidencia que ha sido empleada para aliviar síntomas de enfermedades respiratorias y urinarias desde el siglo XVI. Más recientemente, extractos de este árbol empezaron a ser estudiados a nivel mundial como antioxidante así como antibacteriano y antifungico. En el 2009 comenzó a estudiarse su potencial para combatir al mosquito que propaga el virus del dengue y el chikunguña.

En cuanto a su origen, se cree que este árbol es natural de la India, y a pesar de que se puede encontrar con facilidad en los bosques secos de la región Caribe, así como en Casanare y los valles de los ríos Magdalena y Cauca, el "lluvia de oro" se considera una especie exótica. Su presencia en Colombia se debe a la introducción por parte de los humanos. Así que no es una especie nativa del país.

En Barranquilla estos árboles adornan andenes, terrazas y separadores en las calles, y su presencia se debe en gran medida al trabajo del empresario y miembro de la junta directiva de la Sociedad de Mejoras Públicas, Polidoro Plata, quien en los años 70 se propuso convertir a Barranquilla en "Un gran jardin florecido". Durante cerca de 20 años este hombre regaló cientos de árboles y plantas a los barranquilleros que se las solicitaran; la unica condición era que debían plantarlas en la ciudad y hacerse cargo de ellas.

Los medios de la época apodaron aquella iniciativa como "Operación primavera" y se registra que más de 500 mil árboles fueron plantados en toda la ciudad, entre ellos, sin duda, abundantes muestras de "lluvia de oro".

El campus de la Universidad del Norte cuenta en la actualidad con siete ejemplares de este árbol, dos de ellos pueden verse en la zona verde del pasillo que comunica el Bloque E con el Bloque B. Otros tres se encuentran en la parte posterior del edificio Casa Blanca. En sus ramas es común encontrar pájaros carpinteros, iguanas y ardillas.

"La función de los árboles en un lugar como este campus es que produzcan sombra y cuando le dan esa sombra a los edificios, estos no tienen que consumir tanto aire acondicionado porque son mas frescos", explicó María Cristina Martínez, profesora investigadora del Departamento de Química y Biología de la universidad.

Por María Margarita Mendoza