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Proyectos de agricultura urbana impulsan conservación del ecosistema en el Aula Viva

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Los proyectos fueron realizados por estudiantes de las electivas de Biología y Comunicación de la Ciencia.

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22 may 2018

En octubre de 2015 el programa Ecocampus dio inicio al Aula Viva de Restauración Ecológica, un espacio que desde entonces ha sido de utilidad para que la comunidad universitaria se conecte con la naturaleza a través de actividades y talleres que enseñan sobre conservación de los ecosistemas. El pasado viernes 18 de mayo estudiantes y profesores conocieron las nuevas instalaciones de este lugar, que fue rediseñado para continuar desarrollando iniciativas de conservación de la flora y los recursos naturales.

La nueva Aula Viva continúa ubicándose en el mismo lugar, en el parqueadero 10 de Uninorte, pero ahora cuenta con 115 metros cuadrados de espacio y ha sido edificada con materiales novedosos y ecológicos como los tití postes, que son columnas elaboradas a partir de plástico reciclado, pero cuentan con la resistencia y la apariencia de la madera. Esta es una iniciativa de la Fundación Proyecto Tití, en la que trabajan por la preservación de este primate.

Maritza Duque, coordinadora de Ecocampus y docente del departamento de Química y Biología, destacó que este espacio alberga varios proyectos de agricultura urbana en su interior, uno de ellos es la propagación de las plántulas de mangle que han sido recolectadas en la Ciénaga de Mallorquín; y cuando estas alcancen un tamaño adecuado serán trasplantadas por estudiantes y docentes en la Vía al Parque Isla Salamanca, para apoyar su reforestación.

“La idea es que este siga siendo un lugar abierto para toda la comunidad académica  y la ciudadanía, que sea un espacio verde, porque hay pocos como él en la ciudad, en el que las personas pueden acercarse y aprender sobre huertas urbanas”, afirmó. Agregó que el Aula Viva permitirá continuar profundizando el conocimiento sobre hortalizas que crecen en el contexto de las ciudades, ya que si bien hay muchos manuales sobre este tema para la región Andina, no es así para el Caribe.

“Debido al clima, la variabilidad de hortalizas no es muy grande, así que la mayoría de plantas que crecen en las huertas son medicinales o aromáticas que no son nativas. Así que queremos hacer un estudio y un manual de la plantas que más se adaptan a esas condiciones, y que este sea un producto del departamento”, manifestó Duque. 

El Aula también reverdece hoy gracias a decenas de proyectos de agricultura urbana que presentaron los estudiantes de las electivas en Biología y Comunicación de la Ciencia, quienes se valieron de materiales reciclables, como botellas, tubos y llantas, para diseñar creativas instalaciones en las que pudieran crecer plantas como cilantro, albahaca, yerbabuena, ají, menta, entre otras. Esta flora será preservada por los mismos estudiantes quienes serán voluntarios para regar y atender los cultivos semanalmente.

“Estando en medio de una ciudad que invita más a ir a centros comerciales, nosotros en el Aula Viva queremos invitar a restablecer los vínculos que existen con la naturaleza”, afirmó Duque durante la actividad.

Uno de los proyectos fue la rueda de la fortuna ecológica, en el que Rosario Valencia, estudiante de primer semestre de Psicología, y sus compañeros se basaron en la forma de esta atracción de feria para crear una instalación de macetas que giran y contienen en su interior plántulas de albahaca, menta y yerbabuena.

“En mi carrera hay algo conocido como psicología ambiental y lo que busca es ver los beneficios del ambiente para la mente. Noté que en el ámbito universitario esto trae muchos beneficios para la atención y el manejo del estrés, por lo que creo que este tipo de espacios y actividades son positivos para los estudiantes”, apuntó la joven.

Neider Villanueva, estudiante de negocios internacionales, y sus dos compañeros de proyecto admitieron que antes de esta actividad no habían tenido la oportunidad de cultivar semillas, por lo que reconocieron que con este tipo de electivas y espacios la universidad los forma como "profesionales íntegros".

Es por esto que su proyecto fue llamado "el jardín dorado", y está conformado por macetas elaboradas con botellas de plástico pintadas de ese color.  “La razón es que reconocemos que la naturaleza es la verdadera riqueza humana y es ella  la que nos provee de muchos servicios ecosistémicos para poder subsistir. Pensamos que esta era la verdadera riqueza humana, más allá del dinero o el oro”, añadió el estudiante.

Por María Margarita Mendoza.