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null ‘Dios (no) salve a la reina’: lo que las termitas revelan sobre el orden, la cooperación y la resiliencia
‘Dios (no) salve a la reina’: lo que las termitas revelan sobre el orden, la cooperación y la resiliencia
En la más reciente edición del Coloquio de Ciencias, el biólogo Robin Casalla presentó los hallazgos de más de una década de investigación sobre estos insectos, que han desarrollado complejas estructuras de cooperación, poder y control.

Por: Angie Caicedo
21 may 2025
En un encuentro de ciencia, biología y reflexión estructural, el auditorio Marvel Moreno fue escenario este 19 de mayo de una conferencia que exploró las complejidades del mundo de las termitas, insectos sociales que han desarrollado formas de organización colectiva que despiertan el interés de diversas disciplinas, desde la biología evolutiva hasta el análisis de estructuras de poder.
Robin Casalla, profesor del Departamento de Química y Biología, fue el encargado de conducir una nueva edición del Coloquio de Ciencias, 'Dios (NO) salve a la Reina’, en la que compartió su trabajo y su visión sobre cómo las colonias de termitas pueden ofrecer claves para entender no solo los mecanismos de cooperación biológica, sino también los entramados del poder, la jerarquía, el conflicto y el control social.
Las termitas viven en colonias de millones de individuos organizados en castas (obreras, soldados y reproductores) bajo el mando de una reina y un rey. A pesar de ser ciegas, mudas y vivir en completa oscuridad, son capaces de construir nidos de hasta 8 metros de altura con sistemas internos de ventilación que regulan la temperatura de forma eficiente, incluso en climas extremos. Es decir, estructuras complejas sin planos ni arquitectos visibles.
Las obreras, aunque no se reproducen, desempeñan funciones esenciales: cuidan a las crías, buscan alimento, limpian el nido, curan heridas, eliminan cadáveres e incluso se convierten en soldados si la colonia lo requiere. Todo este sistema funciona con una precisión asombrosa, gracias a señales químicas emitidas por la reina, que regula el orden social a través de feromonas.
Más allá de su organización social, las termitas también representan un interés creciente en el campo de la biotecnología. En su sistema digestivo albergan comunidades microbianas altamente especializadas capaces de descomponer la celulosa (el principal componente de la madera y de gran parte de los residuos vegetales). Como lo expresó el profesor Casalla: “dentro del estómago de una termita hay un laboratorio natural capaz de descomponer celulosa, algo que ni los humanos podemos hacer por sí solos. Entender ese sistema microbiano puede abrir puertas para producir biocombustibles o transformar residuos vegetales en energía”.
El título de la conferencia, 'Dios (NO) salve a la Reina’, hace alusión crítica a la figura de la reina termita, que, si bien es esencial para el funcionamiento de la colonia, también representa un poder centralizado y absoluto. “Si la reina muere, la colonia colapsa”, explicó Casalla. Pero dentro del nido no todo es armonía: hay homicidios sociales, eliminación de individuos “indeseables”, manipulación hormonal y transmisión del poder solo a descendientes directos. Un modelo que, llevado a escala humana, plantea preguntas incómodas sobre el costo del orden, el control y la permanencia del poder.
Para Casalla, las colonias de termitas funcionan como un espejo evolutivo que nos permite pensar críticamente en nuestra propia forma de organizarnos como especie. “Ellas han logrado mantener sociedades funcionales durante millones de años sin necesidad de tecnología, pero con estructuras jerárquicas rígidas, control hormonal y cooperación total. Eso nos obliga a preguntarnos qué tan sostenible es nuestro propio modelo social basado en la competencia, el individualismo y el poder concentrado”, afirmó. La estabilidad de las termitas explicó, no se basa en la democracia ni en la libertad individual, sino en un equilibrio biológico que, aunque efectivo, implica sacrificios y exclusiones. Una reflexión que, lejos de idealizar su mundo, invita a cuestionar el nuestro.
“Las termitas no tienen líderes visibles, ni lenguaje, ni conciencia individual, y aun así logran actuar como un solo organismo. En un mundo donde cada uno busca imponer su voz, ellas nos muestran que el orden y la eficiencia también pueden surgir de la sincronía colectiva”.
La investigación comenzó en 2013 en Alemania, impulsada por el acceso a tecnología de punta, pero también por el interés en un grupo de organismos muchas veces ignorado hasta que causa daños. “Las termitas han estado aquí más de 150 millones de años, mucho antes que nosotros. Sobrevivieron solo con cooperación extrema y especialización. Eso ya nos dice algo”, expresó Casalla.
Su trabajo lo ha llevado a explorar una rica diversidad de ecosistemas, incluyendo los del Caribe colombiano. A través de su investigación en la región, ha identificado más de 50 especies de termitas que habitan hábitats tan variados como bosques secos, manglares y zonas premontanas. Su enfoque multidisciplinario también lo ha llevado a descubrir otras especies, como la Actinopus embera, una nueva especie de araña en el Caribe colombiano.
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