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UNCaribe le apuesta a la reconstrucción del tejido social en La Guajira

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Vista general de la vereda Pondores. (Foto:altocomisionadoparalapaz.gov.co)

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10 jul 2019

De acuerdo con los relatos de los habitantes del corregimiento Conejo, La Guajira, y de zonas aledañas, estas poblaciones estaban acostumbradas, en general, a ser invisibles para el país. Sin embargo, han emprendido acciones de resiliencia para sanar cicatrices de viejas heridas de la violencia y en el posacuerdo han encontrado numerosas razones para apostarle a la reconstrucción del tejido social.

Conejo es el corregimiento de mayor población dentro de los tres que existen al interior del municipio de Fonseca, y por años soportó los embates de los grupos armados. En su área fue ubicado uno de los puntos de concentración en los que la extinta Farc se reunió para dejar sus armas.

Una mirada en retrospectiva del espacio territorial de capacitación y reincorporación (ETCR) que fue instalado en su territorio, exactamente en la vereda Pondores, demuestra que es posible avanzar a una cultura de paz en la transición temprana de las Farc en el posacuerdo. Ejemplo de ello es el avance de un proyecto gestionado desde el territorio por el ECTR de Pondores, el Ministerio de Cultura y la Universidad del Norte, sobre patrimonio cultural inmaterial (PCI), como base para la resiliencia, la reconciliación y la construcción de ambientes de paz, cuyos resultados dan cuenta de la reconfiguración social del territorio desde una perspectiva pacífica y democrática.

Mediante una metodología de acción-participación, habitantes de Conejo y exguerrilleros del ETCR conformaron un grupo para convertirse en gestores culturales y emprendieron una ruta que inició con el reconocimiento de la condición humana de todos los integrantes, facilitando la superación de barreras derivadas de prejuicios y de estereotipos.

Juntos proyectaron metas compartidas que desdibujaron las categorias diferenciadoras entre “ellos” y “nosotros”, para identificar manifestaciones de PCI y construir memorias colectivas en el postacuerdo.

La formación de los participantes permitió que se identificaran entre sí como pares investigadores in situo, que se apropiaron de técnicas afines al método etnográfico para recolectar recuerdos compartidos del pasado, negociar sentidos colectivos y elaborar memorias en el territorio desde el presente.

Por lo tanto, los protagonistas de este proceso están tejiendo historia con diferentes voces que narran vivencias cotidianas; para crear una memoria horizontal relatada por personas que han experimentado el conflicto desde diferentes ángulos. Reflejando un microcosmos gestado a partir de la concientización y la voluntad de los participantes, cuyas reflexiones evidencian experiencias de resiliencia y avances a la reconciliación social, a través de posturas que transcienden el pensamiento fatalista; porque los testimonios proyectan mundos imaginados y las narrativas bosquejan el anhelo de construir un destino común acorde a sus expectativas.

Los avances del proyecto reflejan sentidos compartidos que se están elaborando alrededor del territorio, mediante la superación del miedo y la desconfianza social, la articulación de identidad colectiva y la memoria mediante procesos de memorización horizontales que complementan la memoria oficial, y el afrontamiento de consecuencias del pasado para asumir los desafíos del presente.

Esta experiencia, desde la acción comunicativa y participativa, da cuenta que son varias las rutas alternativas a la violencia, que se pueden emprender para transformar los conflictos y construir ambientes de paz mediante la empatía, la coexistencia y la esperanza en un futuro mejor. Lo más importante es tener la voluntad, la convicción y el compromiso para aportar semillas, despertando conciencias en los colombianos sobre el momento histórico que estamos experimentando en nuestro país. Porque, “qué pena que por pensar que puedes hacer poco, no hagas nada” (Edmund Burke).

 

Por Diana Rico - directora de UNCaribe