Carlos Javier Velásquez Muñoz

SUMMARY


Responsive Image

TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

FRIENDS


Carlos Javier Velásquez Muñoz tiene 0 amigos.

ACTIVIDADES


BLOGS


¿Habrá Efecto Pulsar en Barranquilla?

 

 

Los urbanistas han acuñado la analogía “efecto pulsar” para hacer referencia a la manera cómo eventos singulares, casi siempre asociados a celebraciones culturales y/o deportivas, han posibilitado importantes transformaciones urbanas que, a su vez, generan efectos en todas las esferas de las ciudades: generan sentido de pertenencia; las hacen más competitivas; incluyentes socialmente; jalonan las economías locales en un ambiente global; movilizan a la clase dirigente hacia más y mayores metas; revitalizan estructuras obsoletas, abandonadas o subutilizadas; direccionan la planeación estratégica de futuro, etc.  

 

Tal fue el caso de la Torre Eiffel de París, construida para la Exposición Mundial de 1889, el Plan Estratégico de Barcelona para los juegos olímpicos de 1992 o las importantes intervenciones urbanas para dar cabida a las Exposiciones Universales de Sevilla, Copenhague,  Hannover o Zaragoza; solo por mencionar algunas.

 

Las más recientes consecuencias del Efecto Pulsar se han dado en Londres para albergar los Juegos Olímpicos de 2012, en donde se creó el distrito de Stratford, el cual, enclavado en el “East Side”, fue la recuperación de una zona deprimida de la ciudad. En esta se desarrolló un área de 60 hectáreas en la que se edificaron el estadio olímpico y la villa olímpica, pero también centros comerciales con múltiples unidades funcionales con hoteles, espacios gastronómicos y una gran actividad comercial en los ejes peatonales, que hoy se mantiene.

 

Lo anterior también se dio en Río de Janeiro, actualmente la segunda ciudad latinoamericana en tener un sistema de tranvía moderno. Dicho tranvía recorre hoy un trayecto de 28 kilómetros sobre el denominado Bulevar Olímpico, construido para los juegos celebrados en agosto pasado en el distrito portuario de la ciudad, hasta hace poco un lugar peligroso, hoy lleno de zonas verdes y equipamientos de calidad.

 

Por su parte, Barranquilla también tendrá sus justas. En 2018 celebraremos la XXIII edición de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, segundos que se realizan en la ciudad (Barranquilla fue sede de la V edición en 1946),  y la pregunta es: ¿en qué va el asunto?

 

Lo que sabemos es que no hay diseños definitivos de los escenarios y que, por tanto, no hay documento Conpes.

 

Sabemos que se ha dado un drástico recorte en el presupuesto inicialmente aprobado para realizar los juegos.

 

Sabemos que los escenarios que serán utilizados son los mismos, no habiendo propuesta de revitalizar zonas en declive o desuso, las cuales abundan en la ciudad.

 

Sabemos que para actualizar escenarios se derrumbaron algunos que, si bien no tenían declaratoria como bienes de interés cultural (aspecto formal), si se reconocían como joyas arquitectónicas de la ciudad (aspecto real); ya no están.

 

Sabemos que la adjudicación de las obras de escenarios ha sido “dedocráticamente” y que los concursos y las convocatorias abiertas, son inexistentes.

 

Por ello no creo que el Efecto Pulsar llegue a Barranquilla y que, por el contrario, seguiremos “sufriendo” más obras inconclusas; de mala calidad; con bajísima factura en sus diseños; premodernas; que no generan sentido de pertenencia; sin embargo, a las que ya nos estamos acostumbrando. !Qué lástima!

 

0