Carlos Javier Velásquez Muñoz

SUMMARY


Responsive Image

TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

FRIENDS


Carlos Javier Velásquez Muñoz tiene 0 amigos.

ACTIVIDADES


BLOGS


¿PARA QUÉ SIRVE UNA CALLE?: A PROPÓSITO DE LA AMPLIACIÓN DE LA 51B

Mi ruta obligada de ida al trabajo y retorno a casa, la carrera 51B, es por estos días un caos; situación normal, en el sentido de que hay molestias por las obras públicas que allí se adelantan, pero ya saben cómo funciona la cosa y reza el lema parroquial: “las molestias pasan, las obras quedan”.

Pero ese no es el asunto, las preguntas que surgen en torno al tema son: ¿cuál es el sentido de la ampliación de la vía?, ¿para qué?, ¿por qué se decidió que fuese esa la vía a intervenir?, ¿a quién le mostraron como quedaría la obra?.

De acuerdo con Francois Ascher, una calle es una vía interior de una aglomeración que sirve, específica o simultáneamente, para atravesar una zona; para acceder a lugares situados a lo largo o inmediatamente próximos a la vía o; para producir un espacio público utilizable por los habitantes en diversos tipos de actividad. Una calle, entonces, asegura, por lo menos, una de las tres funciones: para el tránsito; para el acceso o distribución o, para la recepción de los viandantes. Obviamente, la función de la vía dependerá de los usos y actividades predominantes.

Tal como está planteado, la 51B ha sido concebida como una vía de tránsito, y su ampliación, obedece a la mejora de la movilidad vehicular en la zona para desatascar la congestión, cada vez mayor. De acuerdo con la Encuesta de Percepción Ciudadana de Barranquilla Cómo Vamos, el 41% de los barranquilleros considera que los trayectos que realiza por la ciudad son cada vez más demorados.

Sin embargo, ¿debe ser la 51B una calle de solo tránsito?. Si se analiza con cuidado, hay gran cantidad de bienes y servicios que pueden ser adquiridos y/o disfrutados a lo largo de su eje, por lo que debe ser contemplada también como una vía de recepción. Lo anterior plantea, no solo llevar a cabo la obra física de ampliación, sino también, dotarla del mobiliario urbano necesario para que los ciudadanos puedan recorrerla, aprovecharla y disfrutarla. Que no nos pase como con la Carrera 46 u Olaya Herrera, un vivo sector comercial y de servicios que fue aniquilado, sin más, por una errada decisión de planeación y ejecución urbana en la implementación de la primera fase del Sistema de Transporte Masivo.

Disponer la 51B como una vía de recepción, pasa entonces, por acciones como:  arborizar, para que la gente de Barranquilla pueda caminar amparada por una generosa sombra que mitigue el clima habitual; pendientes adecuadas y supresión de barreras arquitectónicas para las personas con movilidad reducida; andenes y carriles para peatones y bicicletas que fomenten la movilidad humana alternativa, desincentivando la dependencia al vehículo particular; equipamiento necesario que preste servicios adecuados a los andantes: canecas, señales, paradas, alumbrado público adecuado y soterrado, etc.

Como no sabemos a qué obedeció la decisión de ampliar esta vía, los barranquilleros hemos visto con buenos ojos que, por lo menos, las contribuciones que hemos pagado se vean reflejadas en obras, sin embargo, ha nadie le mostraron el proyecto y por tanto no pudimos compartir lo decidido. La primera fase de la ampliación demostró ser una obra bastante pobre en diseño, elementos urbanos, paisajismo y zonas verdes; ni qué decir de las 93 losas dañadas, pocos meses después de su entrega.

En mi opinión, la ampliación de la 51B es más de lo mismo, vías sin identidad, sin son ni ton; siguen siendo vías de una pobrísima factura, que no generan sentido de pertenencia y que, por tanto, el ciudadano no apropia, ni incorpora a su ADN ciudadano. De esa forma, “las molestias pasarán, pero las obras, también”.