Carlos Javier Velásquez Muñoz

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TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

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¿TOMAR CERVEZA EN LA TIENDA ES PARTE DE NUESTRA CULTURA?

 

No es un tema fácil, el asunto tiene que ver con las cosas que se consideran parte de nuestra cultura y que, a su vez, afectan o podrían afectar la convivencia; ha pasado antes y sigue pasando hoy en Barranquilla.

Desde el pasado viernes 17 de octubre entró a regir en la ciudad el Decreto 0697 de 2014, por medio del cual la Alcaldía de Barranquilla implementó medidas para regular los horarios de atención de los negocios que expenden licor en 3 de las 5 localidades del Distrito: Metropolitana, Suroccidente y Suroriente.  

De acuerdo con la decisión de la Alcaldía, los negocios de este tipo podrán estar abiertos hasta las 12 de la noche de domingo a jueves, mientras que los viernes y sábados hasta las 2 de la mañana. Además, las tiendas, sí, la tradicional tienda, solo podrá abrir hasta las 11 de la noche y no podrá vender licor para ser consumido en sus mismas instalaciones. Por último, se restringió el uso de picós y se establecieron sanciones para quienes los pongan a funcionar con exceso de volumen en espacios abiertos y sin autorización.

De manera general, la decisión viene motivada por la necesidad de controlar la creciente ola de criminalidad que ha arreciado en la ciudad, la cual es ejecutada en su mayoría, por personas bajo los efectos “del alcohol”.

A pesar de lo tradicional, simplista, falta de innovación y creatividad; esta decisión, como no podía ser de otra manera, levantó ampollas, así como enorme revuelo y polémica.

El asunto, como ya señalamos, tiene tanto de largo, como de ancho. Vamos por partes.

En principio es difícil encontrar alguien que pueda estar en desacuerdo con la necesidad de tomar decisiones para preservar la seguridad de los Barranquilleros. De acuerdo con datos del informe de calidad de vida que publica Barranquilla Como Vamos, los ciudadanos perciben el tema de seguridad como un asunto de primer orden; los barranquilleros se sienten inseguros.

Cuesta entender entonces como, si éste es asunto de primer orden, siempre se toman las mismas medidas.

Queda claro que nuestras autoridades desconocen, de manera olímpica, que los problemas urbanos (o que atañen a la ciudad), no son lineales, sino por el contrario, son de una enorme complejidad, sobre todo el de seguridad. El administrador público que se encamine a resolverlos intentando encontrar la causa que los origina, está perdido, y está perdida su sociedad.

En las ciudades no hay una única causa para los problemas, hay factores que generan problemáticas; en la ciudad los problemas no se solucionan, sino que se gestionan de la manera más coherente y eficaz. Sin duda, las mejores ciudades no son sitios “sin” problemas, sino sitios que “saben gestionar” sus problemáticas.

Primera consideración: desde el punto de vista estrictamente legal, lo que aparece en ese Decreto ya existe, sino que no se da a conocer, no se aplica y no se ejerce autoridad. Lo anterior es un retruécano.

Segundo asunto: es exageradamente ingenuo pensar que controlando el expendio de alcohol se resuelve el asunto de la criminalidad. Con seguridad las personas que delinquen no van bajo los efectos de una “pea”, sino de una “farmacopea”, o eso no es acaso lo que se ve todos los días. Allí la pregunta es: ¿quién controla el microtráfico?, ¿cuáles son las medidas frente a este asunto?

Tercera cuestión: ¿qué hay de la justicia?, ¿cómo apoyan?. Más demoran judicializando a un delincuente que lo que permanece en la cárcel. Cuando se cometen crímenes saltan las evidencias de que quienes delinquen ya han estado en la cárcel, y no por cualquier delito; allí las preguntas son: ¿qué hacen en la calle, armados y con un vehículo?, ¿cuál es el seguimiento?, peor aún, ¿cuál es la resocialización?, ¿sirven las cárceles?.

Por supuesto que no sirven, en este país la cárcel no resocializa a nadie y son, por el contrario, verdaderas escuelas del delito.

Basta recordar las muertes ocurridas hace algunos meses en la cárcel modelo de la ciudad a manos un pirómano que quemó un colchón como retaliación a rencillas internas. Hoy mismo, mientras escribo, los funcionarios del INPEC que laboran en una de las cárceles del Barrio El Bosque se encuentra en paro, se niegan a recibir un interno más, hasta tanto no se mejoren las condiciones del penal.

Cuarto punto: cabría preguntarse, ¿Quiénes delinquen?, ¿quiénes son los delincuentes?, ¿de dónde vienen?, ¿qué oportunidades tienen?, ¿qué alternativa les queda?, ¿qué se hace por incluirlos en los beneficios sociales?.

Está claro que hay muchos excluidos de los beneficios sociales, muchos aislados de las oportunidades del desarrollo. Nos quieren convencer de que más es mejor, y sí, queremos desarrollo, pero no de cualquier manera. La clave de una verdadera gestión, de una gestión genuina y duradera, está no solo en satisfacer cuantitativamente carencias, sino también hacerlo de manera cualitativa.  Para la muestra un botón:

Apareció en el día de ayer en el diario El Heraldo una noticia en la cual se señalaba que en el proyecto habitacional de vivienda de interés social Las Gardenias, parte de las 100 mil viviendas gratis prometidas por el Gobierno Santos, de las 12 torres habilitadas para ser ocupadas, solo 2 están habitadas. De esa manera, en la torre 7 están habitados 200 de 400 apartamentos y en la 9, hay 525 de 550. La razón para no ocupar los apartamentos: problemas de convivencia.

Según la información periodística vivir en las gardenias es un infierno: peleas, insultos, armas, amenazas y hasta panfletos es el pan nuestro de cada día, una reproducción a pequeña escala de lo que se encuentra fuera del conjunto de edificios.

Lo anterior demuestra que no vasta proveer de un techo a la gente que ha estado acostumbrada a vivir sola, aislada, desplazada; es tan, o quizás más importante, educarla, orientarla para vivir con el otro (convivir).

Con este ejemplo las preguntas que nos vienen a la mente son: fuera de la prohibición, de las medidas limitativa y/o restrictivas, ¿cuáles son los esfuerzos para educar a los barranquilleros en la convivencia?, ¿cuáles ha sido los esfuerzos para culturizar a los barranquilleros sobre lo que significa vivir con el otro?.

Lo anterior nos ayuda para plantearnos otra cuestión: ¿Qué hay de la cultura en la ciudad?.

Al ser consultados por los medios de comunicación, los barranquilleros en general y, por supuesto, los dueños de los establecimientos afectados, señalaron que la medida adoptada por la Administración atenta contra la cultura de los barranquilleros; tomar cerveza en la tienda, al lado del parlante o picó, es parte de nuestra idiosioncrasia. 

¿Puede ser eso cultura?, ¿es cultura consumir alcohol en las tiendas?, ¿es cultura escuchar parlantes a todo volumen en el espacio público?.

Si seguimos afirmando que, en efecto, lo es, parece altamente necesario desculturizarnos para reculturizarnos, pues una práctica que atente contra la convivencia no puede ser cultura; la cultura une y construye y no por el contrario, genera problemas, desavenencias y altercados.

Creo necesario terminar señalando que parece bastante simplista en relación con la complejidad de la convivencia, establecer única y exclusivamente medidas limitativas y/o restrictivas de los derechos y libertades de los ciudadanos; ese es, sin duda, el camino de siempre, ese es, sin duda, el camino que no conduce a soluciones integrales, la solución está en la educación para la convivencia y una verdadera cultura que nos identifique a todos. O si no, que le pregunten a Mockus.