Carlos Javier Velásquez Muñoz

El próximo 20 de julio se instala una nueva legislatura en el Congreso de la República. En el Senado, de los 102 Senadores electos, 30 provendrán del Caribe, es decir, uno de cada tres.

Pero no solamente son más, sino que alcanzaron las principales votaciones de varios de los partidos políticos en contienda:

La máxima votación de la principal fuerza en el próximo Congreso, el Partido de la U, fue obtenida por el político del Municipio de Sahagún, Córdoba, Musa Besaile.

Por su parte, la tercera fuerza política del próximo Congreso, el Partido Conservador, quedo en cabeza del cacique político de Barranquilla, Roberto Gerlein Echeverría.

Por último, la votación más alta del partido Cambio Radical, quinta de las ocho fuerzas políticas representadas en el Senado, fue obtenida por el candidato Arturo Char, hijo del cacique político de Barranquilla, Fuad Char Abdala.

Como se ve, no hay muchos cambios en las principales cabezas de los Partidos, pero si mayor representatividad en su composición para el Caribe.

Este panorama constituye, sin duda, una enorme oportunidad para encauzar el desarrollo de una Región con los índices más altos de pobreza en el país y, a la vez, un reto sin igual, poner a tono a los políticos hacia visiones compartidas de gestión y sobre todo, de resultados.

Preocupa que a día de hoy no hayamos escuchado aún cuál será la agenda política del denominado “bloque costeño”, claro está, tampoco hemos escuchado la del próximo Congreso en general. Lo anterior estará determinado en gran medida, por los resultados de las elecciones presidenciales; dependiendo quién ocupe la Casa de Nariño, así será la agenda legislativa.

En donde sí debe verse reflejada de inmediato esta realidad, es en la composición del Gobierno, cualquiera sea, el bloque costeño está en mora de postular y presentar las mejores hojas de vida de ciudadanos de la Región para que acompañen desde el más alto Gobierno, las inversiones en el Caribe colombiano.

En estos momentos, cuando se discuten importantes proyectos de desarrollo para la Región, es imperiosa la necesidad de contar con personas que apuesten de manera decisiva por un espaldarazo a las ejecutorias y proyectos estratégicos.

En todo esto, la Academia tiene una importante responsabilidad; muchas veces académicos y políticos no coinciden, pero unos analizan y estudian de manera metódica y rigurosa la realidad, los otros, adoptan las políticas públicas y normas jurídicas. Un camino necesario y cierto para recorrer a partir de una alianza estratégica en beneficio de la sociedad costeña.