Carlos Javier Velásquez Muñoz

Guardadas las proporciones, es como si mañana nos enterásemos que Juan Valdez vende, única y exclusivamente, café de otros países en sus tiendas. Es una puñalada directa al corazón de la colombianidad.

Lo que acaba de ocurrir con el Grupo Automovilístico Volkswagen, el más importante (quizás el único) fabricante de automóviles alemán y uno de los mayores grupos del mundo, es también una puñalada, desde su máxima empresa, a muchas de las virtudes prusianas, tal como las concibió Lutero: sinceridad, rectitud, honestidad, sentido del deber y de la justicia.

Lo fraguado por la empresa para esconder que sus niveles de emisión de diésel superaban los estándares establecidos por la autoridad ambiental de los Estados Unidos (EPA), manipulando el software de los equipos al momento de realizar los test de emisiones demuestra, por una parte, la característica inteligencia alemana (realizar dicha manipulación requiere de conocimiento sofisticado sobre el manejo de las pruebas) y, por otra, una ambición desmedida, la cual nunca esperamos de una empresa como esta.

De acuerdo con la información periodística (ahora se dicen muchas cosas), los vehículos sí cumplen con los estándares europeos, pero las normas norteamericanas son más exigentes. Lo cierto es que ello no exculpa a quienes, a sabiendas, decidieron manipular las mediciones para colocar en el mercado la friolera de casi quince (15) millones de vehículos con esas particularidades. Justo a una semana de que se discutan los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde el Cambio Climático es el invitado de honor.

Sin duda, nuevos tiempos corren en este mundo cada vez más competitivo e insolidario.

Lo ocurrido también debe convertirse en ejemplo para nuestro país. No extraña que en el contexto en el que se dio el hecho, las partes se tomen tan en serio las investigaciones y, con seguridad, las sanciones a imponer. Mientras tanto, por esto lares el tema de la medición de emisiones provenientes de fuentes móviles es algo exótico en la mayoría de municipios del país. Cafeteras y más cafeteras circulan diariamente por nuestras vías enrareciendo el ambiente y afectando la salud de transeúntes y viandantes, siendo que hemos acogido algunos parámetros de medición norteamericanos; algo está pasando.