Carlos Javier Velásquez Muñoz

Quien no conoce la historia, está condenado a repetirla; dice en el viejo y sabio adagio.

Cidade de Deus en brasilero, Ciudad de Dios en español, es una cruda pero excelente película brasileña basada en situaciones reales, y cuenta la historia de una enorme urbanización construida hacia 1960 por el Gobernador del Estado de Guanabara, Carlos Lacerda, como parte de la solución a los problemas de déficit habitacional de Río de Janeiro.

Hoy día es una de las favelas de mayor tamaño en la ciudad, con casi 40 mil habitantes, y presenta los indicadores sociales más críticos. A raíz del éxito de la película en 2002, el conocimiento de los problemas de la favela llegó a diversos rincones alrededor del mundo y, como consecuencia de ello, se han desarrollado en su interior procesos de cooperación internacional para erigir condiciones adecuadas de organización y transformación de su realidad; después de haber dejado estallar la bomba social.

La situación es tan crítica que en 2009, el Gobierno de Río dispuso de un contingente especial de policía denominado: Unidades de Policía Pacificadora, la cual, con casi 500 efectivos policiales, combate el microtráfico de drogas, la violencia y el crimen organizado dentro de la favela.

Que no nos pase a nosotros; Barranquilla también puede tener sus Ciudades de Dios.

Los macroproyectos de vivienda de interés social construidos en la ciudad, en los que el gobierno nacional está “regalando” soluciones habitacionales, nos pueden salir por un ojo de la cara. Si no prestamos atención a los problemas de convivencia, sociales, de inseguridad y de oportunidades; en unos pocos años tendremos nuestras favelas criollas.

Hace días visité con mis estudiantes uno de los tres macroproyectos realizados: Urbanización Las Cayenas, y lo digo con todo respeto, da dolor ver cómo vive la gente en esos edificios. Y todavía cuando he opinado que esos proyectos son inhumanos, alguno me han ripostado señalando que no están tan mal; yo en verdad no sé, que puede ser peor.

A pesar de que el déficit cuantitativo de vivienda se reduce en Barranquilla, es necesario  prestar atención, prioritaria y especial, al déficit cualitativo; a la calidad de las viviendas, del entorno, del espacio público, así como al equipamiento necesario para soportar las actividades de la gente que vive en esos edificios;  sin duda, es una tarea que no da espera.