Carlos Javier Velásquez Muñoz

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TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

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ELECTRI…QUE?

Lo comenté en una reunión de amigos días antes de la primera lluvia en Barranquilla: “les aseguro, que ahora que caiga el primer aguacero, se va la luz en la ciudad”; dicho y hecho.

No es que tenga dotes de futurólogo, sea descendiente de Nostradamus o haya realizado algún curso con el “Mago Lorgia”, pero no sé por qué, lastimosamente, era previsible que algo así ocurriera. Nos venimos acostumbrando, mal, a que este tipo de cosas sucedan.

Ahora resulta que no solo el servicio de energía en la ciudad es caro (porque lo es), discontinuo (porque fluctúa) e interrumpido (porque se va), sino que no se le hacen los mantenimientos preventivos de rigor. Es por lo anterior que simples mortales como yo, nos convertimos de la noche a la mañana en adivinadores creíbles, al menos entre la patota de amigos.

Debo decirlo con claridad y disgusto, el servicio de energía en la ciudad (y en general en el caribe) es malo, y en mi opinión se debe a las prácticas y la manera de hacer las cosas, lo que hoy llaman en el argot empresarial, política corporativa.

Los dueños y gestores de las empresas de servicios públicos creen que prestar un servicio, público, es una dádiva o gracia, como si la gente no pagara. Invito a cualquier (más bien a los pocos) que leen este blog, a que se acerque a alguna área de atención de servicio al cliente de estas empresas, para que sientan en toda su dimensión el significado de la palabra desprecio; hay que ver como tratan a la gente y, entre menos estrato, menos trato.

No entiendo cómo en este país para reclamar causas justas, producto de omisiones o extralimitaciones de parte de las empresas de servicios públicos, primero hay que pagar para adquirir el derecho de hablar. Disgusta ver como corren y tratan de la mejor manera al momento de vender servicios, para después de comprado hacer mamola; prepárese amigo para la feria del abuso y el desplante.

Qué se puede esperar de empresas que no son capaces, por el bien de la ciudad y su paisaje urbano, de desenmarañar, literalmente, los millones de cables que se mezclan en una acometida eléctrica. Para mí, uno de los signos distintivos o característicos de las áreas urbanas subdesarrolladas es su tendido eléctrico; analicen el nuestro…

Qué se puede esperar de empresas que ven como una práctica habitual que sus operarios trabajen en los postes conductores y dejen el rollo de cable colgando, asumiendo anticipadamente la idea de: “con lo mal que lo hacemos, por aquí volveré, así que mejor dejo el rollo de una vez”. Qué horror.

Si esto pasa en lo mínimo, qué se pueden esperar en el mantenimiento preventivo. No, no se engañen, no tengo ningunos poderes, solo leo los signos de lo inevitable: que mal estamos con las empresas de servicios públicos que tenemos, así mejor, apaga y vamos.