Carlos Javier Velásquez Muñoz

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TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

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EN BARRANQUILLA Y SUS ALREDEDORES LAS QUEMAS NO CESAN…

 

 

 

En abril del año pasado alertamos a través de este mismo medio sobre la mala calidad del aire en Barranquilla. En aquella ocasión tomamos en consideración dos datos empíricos irrefutables: por una parte, el informe de la Sociedad de Ingenieros Químicos del Atlántico sobre la medición de material particulado en algunas zonas de la ciudad, y en segundo lugar, la verificación de quemas indiscriminadas en las zonas de nueva urbanización, justo entre los límites (aún en pleito) entre Barranquilla y Puerto Colombia.

 

Un año después, no sólo tenemos que señalar que la situación no fue conjurada, sino que ha ido a peor. A las quemas indiscriminadas ocurridas en Barranquilla y los municipios que hacen parte de su Área Metropolitana, hay que agregarle ahora, las que ocurren al otro lado del río, justo en una zona declarada como Área Protegida: la Vía Parque Isla de Salamanca. Como es de advertir, ésta situación está acarreando un sinnúmero de efectos que preocupan por su capacidad de alterar significativamente la calidad de vida de la población barranquillera.

 

La dirección del viento, del río hacia la ciudad, ha traído inmensas nubes cargadas con olores ofensivos, material particulado y aumento de la temperatura. Cabe destacar la presentada en el día ayer en la noche (Miércoles 7 de abril de 2010) la cual afectó una extensa zona del norte de la ciudad, desde los Barrios las Flores y Siape, pasando por Paraiso, Alto Prado, Riomar, Villasantos, el Tabor, las Cumbres, Los Nogales, Santa Mónica, Ciudad Jardín, La Campiña. En términos de nomenclatura urbana, la nube podía verse y sentirse desde la Calle 106 hasta la 79, entre la vía 40 y la Carrera 38. En verdad una columna de humo descomunal.

 

Increíble pero cierto. En el lugar donde ocurren estas quemas existen un conjunto de entidades con competencias para atender y conjurar la situación, tanto en la margen derecha como izquierda del Río; y lo que es peor, no sólo de alcance local, sino con competencias nacionales.  En teoría, las entidades del Estado están en el deber de coordinar, colaborar armónicamente y concurrir para atender las demandas de la población, pero en este caso, no ha habido quien se haga cargo del asunto: Ministerio de Ambiente, Unidad Administrativa de Parques Naturales Nacionales, Corporación del Río Grande de la Magdalena (Cormagdalena), Dimar, Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag) Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA), Distrito de Barranquilla, Autoridad Ambiental Urbana de Barranquilla (DAMAB), pero hasta el momento nada.

 

Al final, como siempre, ante la pasividad de las autoridades sale perdiendo la calidad de vida de la población, así como la defensa del derecho colectivo al medio ambiente sano, que al parecer nadie quiere defender; como escribió en su momento Hardin, es la eterna tragedia de los espacios comunes.

 

PD: Barranquilla y su Área Metropolitana claramente carecen de medios para atender este tipo de situaciones, el cuerpo de bomberos de la ciudad cuenta con una sola máquina operativa, y por los lados de Puerto Colombia no hay ninguna en funcionamiento, como quedó reflejado en la emergencia ocurrida en días pasados en los alrededores del Lago del Cisne.

 

Así las cosas, los barranquilleros estamos, como se dice coloquialmente “a la buena de dios”, esperemos nada grave no pase.