Carlos Javier Velásquez Muñoz

Ciertamente, no es mucho lo que se pueda celebrar.

Paradójicamente, el día llegó mientras estamos siendo ahogados por una densa bruma de humo producto de las quemas ilegales en el Parque Natural Isla de Salamanca (en realidad, sigue siendo una vía parque) en la margen izquierda del Río Magdalena. La calidad del aire en la ciudad es de pésima factura.

Al mismo tiempo, la Ministra de Medio Ambiente, de visita por Barranquilla, entregaba declaraciones en relación con las obras de mitigación de la erosión costera producida en el Km. 19 de la vía Barranquilla-Ciénaga. Su diagnóstico es que, sin duda, es necesaria una nueva vía y la mejor opción es un viaducto, no por la posibilidad de prevenir los impactos ambientales, sino porque es posible tramitarlo de manera “ágil”.

Por su parte el Diario El Heraldo reproducía la confirmación de una serie de casos de contaminación con plomo en la vereda La Bonga, jurisdicción del Municipio de Malambo, luego de un estudio realizado en los dos últimos años junto al Instituto Nacional de Salud a 147 habitantes del sector.

Lo anterior a raíz de la muerte de dos personas en 2012, las cuales, inicialmente, fueron atribuidas a dengue. Sin embargo, denuncias varias de la comunidad alertaron sobre una posible intoxicación a través de la captación de agua de pozos contaminados con plomo.

Viendo lo anterior, ¿qué hay para celebrar?, por supuesto nada.

A pesar de que el medio ambiente se deteriora cada día más, de que estamos sintiendo con mayor virulencia los efectos de su degradación, no pasa absolutamente nada. Cada día hay más burocracia ambiental y menos resultados concretos. 

En medio de los problemas reales que afectan a la gente real, los candidatos para la primera magistratura nacional se debaten en medio de su mezquindad; así quieren que la gente salga a votar.

La paz es ahora el caballo de batalla, cuando nunca debió serlo, el tema debe estar en un sitial de privilegio, lejos de los manoseos de ideologías y colores. Lo señalo pues coinciden hoy los candidatos en la necesidad de acabar con el conflicto y, una vez acabo el conflicto, hacer lo propio con el servicio militar obligatorio.

Aprovecho esta idea para lanzar otra: en el día del medio ambiente, una vez abolido el servicio militar obligatorio, debe ser reglamentado el  Servicio Nacional Ambiental Obligatorio, establecido en el Artículo 10 de la Ley 23 de 1973. De esa manera, bachilleres, normalistas, técnicos medios, profesionales o voluntarios, dedicaría un año a promover, promocionar, conservar, nuestro principal capital, el natural.