Carlos Javier Velásquez Muñoz

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TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

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EN PALABRAS DE LA CIENCIA

 

En una interesante reunión coincidieron algunos de los más prominentes hombres de ciencia a lo largo de la historia y hablaron, como de costumbre, de cosas trascedentes.

Se juntaron el físico Albert Einstein, seleccionado como el personaje más importante del siglo XX, creador de la Teoría de la Relatividad, a partir de la cual se reformuló el concepto de gravedad;  Stephen Hawking, quien ha sido considerado el físico teórico más brillante, precisamente, desde de la época de Einstein; Carl Sagan, astrofísico, escéptico y divulgador de la ciencia y el pensamiento crítico en el siglo XX, creador de la laureada serie “Cosmos”; Nikola Tesla, fecundo visionario e inventor de la energía y las transmisiones que dieron lugar a la radio, los cilindros para generar corriente alterna, el control remoto, el motor eléctrico de inducción, entre otros inventos; el físico y genio matemático Blaise Pascal, creador de la Teoría de la Probabilidad; el médico y bacteriólogo Alexander Fleming, quien descubrió los antibióticos que sirven para combatir las bacterias que atacan nuestro cuerpo y el astrónomo polaco Nicolás Copérnico, primero en demostrar que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés.

La reunión inició con una frase de Einstein quien señaló: “Yo digo que todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”; a lo que Copérnico respondió de forma tajante: “claro, el hecho es que saber que sabemos lo que sabemos y saber que no sabemos lo que no sabemos, es el verdadero conocimiento”.

Es normal, amplió Hawking, no se dan cuenta que "solo somos una raza avanzada de primates en un planeta menor de una estrella ordinaria, lo importante es que podemos entender el universo”; a lo que Tesla agregó: “siéntanse bien, nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables, como la fuerza y la materia, cuando se separan, el hombre deja de existir".

Esta primera discusión se zanjó con una frase virtuosa de Galileo quien concluyó: “en mi caso, nunca he conocido a una persona tan ignorante que me resultase imposible aprender algo de ella."

De inmediato Sagan tomó la palabra y propuso una nueva reflexión: “a mi parecer, vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología en la que nadie sabe nada de estos temas, lo cual constituye una fórmula segura para el desastre"; yo no estaría tan seguro, ripostó Einstein, ya que “toda la ciencia no es más que un refinamiento del pensamiento cotidiano".  Lo que hay que hacer, agregó, es motivar a la gente a pensar, “la mente es como un paracaídas, solo funciona si lo tenemos abierto", por lo que, "la imaginación es más importante que el conocimiento".

Y entonces, ¿qué hay del conocimiento?, preguntaron. Por supuesto es importante, señaló Fleming, "para un investigador no existe alegría comparable a la de un descubrimiento, por pequeño que sea"; sin embargo, recuerda Alexander, le interrumpió Einstein, "hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: esa es la voluntad".

Así es, remarcó Hawking, "incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle”.

En efecto, la voluntad es una pieza fundamental, “uno debe conocerse a sí mismo. Si no sirve para descubrir la verdad, al menos es una buena norma de vida”, agregó Pascal.

Muy interesantes todas sus intervenciones, las acojo gustoso, “Nunca he estado tan enamorado de mis propias opiniones que ignore lo que los demás puedan pensar acerca de ellas”, y propongo un brindis por este encuentro, concluyó Galileo.

Terminado el brindis, Pascal levantó la voz y señaló, sepan ustedes que no será el primero en marcharme, ya que "nadie habla en nuestra presencia del mismo modo que en nuestra ausencia. La sociedad humana está fundada en este mutuo engaño”, por lo que propongo que sigamos departiendo.