Carlos Javier Velásquez Muñoz

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TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

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FRENTE AL TABACO, CUALQUIER ESFUERZO ES POCO

El pasado 31 de enero la Organización Mundial para la Salud-OMS celebró un nuevo Día Mundial sin tabaco, mal que mata anualmente a casi 6 millones de personas alrededor del mundo, de las cuales, aproximadamente 600.000, son fumadores pasivos. Lo peor es que si no se llevan a cabo mayores esfuerzos de concientización sobre los efectos adversos del tabaco, se calcula que para 2030 será la principal causa de muerte de más de 8 millones de personas al año.

Leyendo los datos sobre el consumo de tabaco en Colombia, es alarmante constatar que 1 y medio de cada 10 colombianos siguen fumando; cada 5 segundos un colombiano pierde la vida por enfermedades asociadas ak consumo de tabaco; que la edad promedio de los jóvenes fumadores inicia a los 11 años o, que, por cada peso recaudado, se gasten 8 para tratar las enfermedades atribuidas al tabaco.

Algunos esfuerzos se han llevado a cabo, en particular, se expidió la Ley 1335 de 2009, la cual implementó algunas medidas, tales como: prohibir a toda persona natural o jurídica vender, directa e indirectamente productos de tabaco y sus derivados, en cualquiera de sus presentaciones, a menores de dieciocho (18) años; empaquetar y etiquetar productos de tabaco o sus derivados dirigidos a menores de edad o ser especialmente atractivos para estos; sugerir que fumar contribuye al éxito atlético o deportivo, la popularidad, al éxito profesional o al éxito sexual; incorporar publicidad falsa o engañosa recurriendo a expresiones tales como cigarrillos "suaves", "ligeros", "light", "Mild", o "bajo en alquitrán, nicotina y monóxido de carbono; así como fijar vallas, pancartas, murales, afiches, carteles o similares móviles o fijos relacionados con la promoción del tabaco y sus derivados.

Pero quizás lo más importante fue la expresa prohibición de consumir tabaco o sus derivados en las áreas cerradas de los lugares de trabajo y/o de los lugares públicos: Bares, restaurantes, centros comerciales, tiendas, ferias, festivales, parques, estadios, cafeterías, discotecas, cibercafés, hoteles, ferias, pubs, casinos, zonas comunales y áreas de espera, donde se realicen eventos de manera masiva; así como centros de salud o cualquier entidad educativa formal o no formal.

Si bien se han hecho estos esfuerzos, para los que no fumamos y queremos ver abolido el cigarrillo, aún faltan muchos más. Está claro que la norma es fuerte, pero está siendo incumplida.

Llegó la hora de pasar de las tradicionales medidas prohibitivas hacia la imposición de obligaciones de hacer para las tabacaleras y las compañías comercializadoras: es necesaria una información mucho más clara y explícita de los efectos del cigarrillo en la salud; alertar a los fumadores a los riesgos que se exponen y, sobre todo, alentar a quienes fuman, que lo dejen, por su salud y la de los demás. Así mismo, es necesario grabar al tabaco con impuestos que los hagan imposibles de adquirir.

En los últimos días he leído con asombro que las empresas tabacaleras, al verificar caídas en sus ventas, y al constatar la legalización de la mariguana con fines no medicinales en algunos países y estados norteamericanos, están pensando seriamente en comercializarla, al parecer esa será su nueva línea de negocio. Como se ve, en esto no hay mucha responsabilidad, solo intereses económicos.

POR UNA VIDA…SANA, NO AL CIGARRILLO.