Carlos Javier Velásquez Muñoz

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TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

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La paradoja de la inseguridad por la seguridad

 

 

La seguridad es un atributo fundamental de la ciudad. Que los ciudadanos se sientan seguros y que la ciudad sea, en efecto, segura, es fundamental para dar el salto cualitativo que les permita ubicarse en el panorama global.

De acuerdo con la Encuesta de Percepción realizada por Barranquilla Como Vamos, el 30% de las personas se sienten inseguras en Barranquilla y el 21% ha sido víctima de algún delito. Los datos aumentan teniendo en cuenta el sitio en el cual se encuentren, de esta forma, en zonas de diversión como bares, discotecas y cafés, el porcentaje llega al 43%. Por su parte, la gente en las calles se siente en un 30% insegura.

La pregunta es, y ¿qué han hecho nuestras autoridades por reducir la percepción y la realidad de la inseguridad?. Pues lo de siempre, con la visión represiva que les caracteriza, aumentar el pie de fuerza policial, comprar más motos, camionetas y radios y, por supuesto, cámaras de video vigilancia.

¿Y en la ciudad qué?, ¿quién se preocupa porque nuestra forma urbana ayude a reducir la inseguridad, real y percibida?.  Es lo que he llamado la paradoja de la inseguridad por la seguridad.

Los Planes de Ordenamiento Territorial, el de Barranquilla como el que más, así como el escaso control de las autoridades urbanísticas, nos ha llevado a tener ciudades cada vez más expansivas, a partir de construcciones “guetificadas” de renta alta, urbanizadas y construidas en grandes extensiones de territorio, a diferencia del modelo tradicional de actuación predio a predio. Si se les pregunta a los propietarios de dichas urbanizaciones por los motivos que los llevaron a vivir allí, la seguridad es una constante entre los principales.

Lo anterior ha traído como consecuencia la edificación de enormes conjuntos residenciales de paredes altas y sofisticados sistemas de monitoreo para garantizar la seguridad a los propietarios hacia el interior, generando inseguridad hacia afuera y, por supuesto, la anulación de la calle como espacio de encuentro entre los ciudadanos.

¿Quién camina, en el día o en la noche, frente a los conjuntos residenciales que se han construido en el norte de la ciudad?. ¿Quién camina en la conurbación con Puerto Colombia, hacia Villa Campestre?.  El espacio público se convirtió en un trasto de adorno para el viandante, cuyo único propósito es sostener las calles para el tránsito del vehículo, con las constantes quejas e inconformidades por los trancones, la contaminación y la demora en el desplazamiento.

La paradoja: para sentirme seguro, genero inseguridad afuera.

La teoría de la ciudad ha enseñado desde hace mucho tiempo, que la cantidad en combinación con la calidad del espacio público, es el mejor antídoto para reducir la inseguridad, real y percibida: lugares amplios, limpios, bien iluminados, dotados; como sostuvo hace ya algún tiempo la famosa urbanista, Jane Jacobs, muchos observadores y ojos urbanos interactúan en esos espacios.

En nuestro contexto es todo lo contrario. Por supuesto que no recomiendo transitar por esos sitios solos, que la ciudad y los ciudadanos “abandonamos”.

Frente a la seguridad lo que se necesita es menos improvisación y repetir las medidas que han demostrado ser fallidas, por el contrario, es fundamental mucha mayor imaginación y, sin duda, mucho urbanismo, de calidad.