Carlos Javier Velásquez Muñoz

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TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

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Las molestias pasan, las obras....quedan?.

 

 

 

Bajo este lema, la Administración Distrital de Barranquilla hace campaña de las obras públicas que "le cambiarán la cara a la ciudad". Sin embargo, a día de hoy, las molestias le van ganando a las obras.

 

 

 

He realizado un recorrido por dos de las obras que en este momento se adelantan en la ciudad: ampliación de la Carrera 51B y 54 y, debo decirlo con todo respeto, son de una factura bastante pobre en diseño, paisaje y calidad. Nunca pensé que el dinero que nos cobraron por valorización terminaría de esta manera.

 

La ciudad ha reclamado durante largo rato acabar con las barreras urbanísticas y arquitectónicas, propiciar las formas alternativas de movilidad, recuperar los entornos y, principalmente, la biodiversidad urbana de la ciudad, pero como les digo, nada de esto se ve en las obras que actualmente se adelantan.

 

Estas dos obras no cumplen con el propósito para el cual fueron realizadas, en la 51B no hay tal ampliación, un separador vial peligroso e insignificante, las aceras y andenes no son uniformes y continuos (un nuevo obstáculo para las personas con movilidad reducida o las madres con bebes en coches), no hay  espacio suficiente para el peatón, ni para la bicicleta..

 

Ni que decir de las medidas para paliar las consecuencias de la realización de las obras, zozobramos en el mar de la improvisación. Mi pregunta es: ¿por qué contratamos a los mismos que siempre incumplen las entregas de obras?, ¿por qué el contrato cuando se licita tiene un valor y termina costando el doble o el triple por “mayores cantidades de obra?, ¿qué acaso no estaba previsto?. ¿Por qué esperamos la temporada de lluvia para arrancar las obras?, ¿por qué no podemos trabajar de noche y pagarle horas extras a los trabajadores?,¿por qué no hay buena señalización de las obras?, ¿por qué no se ven las medidas que prevengan que el materia particulado (polvo) se levante, que se realicen mezclas en la calle, que los camiones y vehículos circulen con arena adherida a sus llantas que daña las vías, que hayan escombros y todo tipo de residuos en las obras?. Lo siento, pero las molestias son muchas y las obras no se ven bien.

 

Los barranquilleros no queremos obras porque sí, queremos obras de calidad, que le cambien la fisonomía (en términos positivos) a la ciudad, que aumenten la calidad de vida de todos, que perduren por años, sólidas, con identidad, de las cuales sentirnos orgullosos; no una más de las muchas “empanadas” (ver nota de El Heraldo, junio 30 de 2012: top de las empanadas en Barranquilla), que a diario nos toca sufrir.

 

Ni que decir de la educación. Nos podremos gastar miles de millones de pesos en obras, la mayoría de mala factura, pero si no educamos a la sociedad, no durarán. Al día siguiente de su restauración, al Congo Grande de la Circunvalar le arrancaron una mano, a Estercita Forero le han dibujado varias veces bigote, grafitis hay por doquier en el centro; si no tomamos conciencia, trabajamos por el sentido de pertenencia, de nada servirán los recursos que pagamos en impuestos.

 

No nos gusta que nos comparen, pero qué le vamos a hacer, si vamos a Medellín, los paisas defienden su metro, metrocable, monumentos como debe ser; aquí parece que lo que no nos cuesta es mejor hacerlo fiesta. Así no vamos para ninguna parte.