Carlos Javier Velásquez Muñoz

El virus del Ebola ha demostrado una vez más de qué está hecha la sociedad mundial. Faltó que falleciera un ciudadano liberiano en suelo norteamericano y se contagiaran otros dos; que muriera otro más en Alemania y se contagiara la enfermera española en el Hospital Carlos III de Madrid, para que el temible virus se convirtiera (ahora sí), en prioridad mundial.  

Pero, es que entre Sierra Leona, Liberia, Guinea, Nigeria y otros países africanos, van 8.914 personas infectadas, de las cuales la mitad, 4.447, ha muerto. La OMS ha dicho que al finalizar esta semana la cifra de contagios llegará a 9.000 y que es altamente probable que para finalizar el año, la totalidad de portadores llegue a 20.000

¿Y es que los africanos no cuentan?

De acuerdo con información periodística el primer brote de la sepa actual de Ebola apareció en Liberia en diciembre de 2013, hace casi un año. Como quien dice: si es allá, lejos, en medio de la gente pobre, no pasa nada, pero si ocurre por acá, en el primer mundo, hay que preocuparse. Vaya insolidaridad; ese es el planeta en el que vivimos.

Lo que está claro es que si no se ayuda a los países africanos a atacar el problema en origen, cualquier esfuerzo será fútil; contagiarse es fácil.

Ahora, vayamos un poco más allá.

El Ebola es solo la punta del iceberg de lo que nos tocará vivir en los próximos años con las enfermedades que están rebrotando.

De acuerdo con el Panel Intergubernamental de Expertos para la Lucha Contra el Cambio Climático y la OMS, al menos 15 enfermedades que se creían superadas han reaparecido como consecuencia de las alteraciones climáticas: cólera, malaria, sarampión, tuberculosis, etc. Los informes añaden que otras 70 nuevas enfermedades se han incubado sin mayores efectos, por ahora.

Hace algunos meses varios científicos señalaron que hay por lo menos 100 tipos de virus desconocidos congelados en la gruesa capa de hielo de hasta 4.000 m que cubre la Antártida, y que como consecuencia del calentamiento global y el derretimiento del hielo, serían liberados paulatinamente, sin que sepamos lo que causan y cómo hacerles frente.

No tengo la menor duda de que todas estas cosas que están pasando hoy, son respuestas provenientes de la resiliencia natural del planeta; está buscando su equilibrio como respuesta a todos los impactos que le hemos ocasionado y a todo el des-equilibrio que hemos provocado.

Y me pregunto: ¿será selección natural?

Ya lo he comentado antes en otros escritos, pero me parece que debo insistir:

Este planeta está diseñado para albergar hasta 3.500 millones de personas (biocapacidad), sin embargo hoy somos 7.200. Lo peor no es eso, sino que en vez de regularnos, las proyecciones indican que, de no establecer parámetros claros de control demográfico, al finalizar este siglo alcanzaremos la astronómica cifra de 11.000 millones

Sumado a lo anterior y de acuerdo con ONU HABITAT, los mayores crecimientos poblacionales a futuro se darán en los países más pobres y África aportará la mayor parte de la población;  se estima que el continente africano añadirá entre 3.500 a 5.100 millones de habitantes para 2100.

No quisiera creer que es así, pero no puedo dejar de pensar que todo esto lo saben los países desarrollados, que todos estos datos hacen parte de su análisis diario y más descarnado, luego la desatención a la precaria situación en África, por ejemplo frente al Ebola, tiene muy poco de azaroso.

Finalizo con preguntas, pues conclusiones no tengo:

Somos muchos, este planeta necesita regularse poblacionalmente, ¿qué hacer?, ¿dejar que las tesis darwinianas hagan su trabajo?,  ¿es lo que están haciendo hoy las naciones del primer mundo?, ¿Ustedes qué opinan, qué harían?