Carlos Javier Velásquez Muñoz

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TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

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MENTIROSOS HASTA LA MEDULA

En este país la mentira campea: para ganar o mantener un puesto de trabajo, para sostener el status quo, para ganar las elecciones, para no perder la pareja, para sacar provecho o ventaja, para mostrar atributos o cualidades que no se tienen; la mentira campea, ¡monda y lironda!

Esa es nuestra realidad, los colombianos somos unos mentirosos compulsivos; la oímos a diario, la oímos en todas partes.

El caso del joven estudiante de derecho, José Soto Berardinelli, en el municipio de Puerto Colombia, desnuda el corazón mitómano de los colombianos; ese muchacho se debate hoy entre la vida y la muerte, en medio de un mar de mentiras.

Mintió su “mejor amigo”, quien dijo que se había intoxicado con cocaína, y todos vimos la paliza que él y sus “otros” amigos le propinaron.

Mintió la policía, que quiso hacer pasar al estudiante por un delincuente incontrolable, quien preso de una sobredosis de droga, atacaba personas y destruía la propiedad ajena. Mintió el Comandante de la policía quien señaló que Soto se tiró de la moto, mientras todos vimos cómo fue empujado. No es la primera vez que la policía miente y quiere tapar, de manera inexplicable, sus errores. Basta recordar el caso Merlano, ¿qué pasó con el comandante de aquel entonces?

Mintieron los médicos, quienes afirmaron haber tratado al paciente conforme al “protocolo” que se exige para ese tipo de casos. Todos vimos lo que pasó. Y no contentos con lo señalado, la Directora del Hospital de Puerto Colombia, al ser entrevistada hoy en la mañana, en un jeringonza parecido al español que hablamos los colombianos, intentaba justificar lo injustificable: “actuamos conforme a los cánones”.

¿Qué nos pasa?, ¿por qué mentimos por todo y para todo?.

Ya lo señalaba nuestro difunto y recordado nobel Gabriel García Márquez, los colombianos somos capaces de los actos más nobles y de los más abyectos, de poemas sublimes y asesinatos dementes, dé funerales jubilosos y parrandas mortales. No porque unos seamos buenos y otros malos, sino porque todos participamos de ambos extremos y llegado el caso -Dios nos libre- todos somos capaces de todo. La mentira como modus vivendi  está, lastimosamente, en nuestro ADN, casi que es una consigna de batalla: ¡miente y vencerás¡