Carlos Javier Velásquez Muñoz

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TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

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NO REGULEN, !POR FAVOR!

Por estos días hay dos cosas que sobresalen en la ciudad: la fuerte ola de calor, pues estamos próximos a recibir los coletazos de la tormenta tropical Danny, y el caos en la movilidad, al menos en las localidades Norte-Centro Histórico y Riomar.

Me niego a aceptar que los barranquilleros nos acostumbremos a este tipo de realidad, propia de ciudades de gran tamaño, cuando Barranquilla apenas rebasa el millón de habitantes. Lo anterior solo denota falta de planificación, conocimiento y una enorme improvisación.  

He verificado que existe correlación entre el trancón y la acción de los “reguladores” de la movilidad, hoy denominados “guías de movilidad”, tanto profesionales (agentes de la policía), como no profesionales. Cada vez que el andar se vuelve lento, aparece lironda la figura del regulador.

Regular la movilidad es tarea de la mayor complejidad y, por ello, requiere profesionalización, no cualquiera puede llevarla a cabo. En España, por ejemplo, la movilidad en las ciudades está a cargo de la Policía Local y para acceder a una “plaza” (puesto), se debe estudiar al menos 2 años, para luego presentarse al concurso público de méritos. Me da la impresión que en nuestro contexto, muy poca preparación y conocimiento se brinda.

Regular la movilidad no es agarrar un pito, llevarlo a la boca y pitar cual árbitro de fútbol, para hacer lo mismo que el semáforo puede hacer. Es más, uno advierte que el semáforo va por un lado y el regulador por otro; ¿no se supone que la semaforización de la ciudad está automatizada?, ¿para qué entonces los temporizadores?; no entiendo.

Cabe agregar que en las zonas mencionadas la movilidad está deteriorada debido, en gran medida, a las obras de canalización, pavimentación, ampliación, etc. que se llevan a cabo. Mi opinión, profunda y personal, es que en todo ello, también ha existido improvisación; está demostrado que no se puede hacer todo al tiempo, al menos no sin una planificación detallada, la cual no hemos visto en estos casos.

Nos han dicho que “las molestias pasarán y que las obras quedarán”, sin embargo, es necesario parafrasear la cita indicando, sin tapujos, que las obras también pasaran. Cualquiera puede recorrer la ampliación de la Carrera 51B, por ejemplo, para notar el grado de deterioro de la vía hoy día: ondulaciones (sobre la Calle 90, a la altura del Conjunto Residencial Los Laureles), placas reventadas, vegetación seca, adoquines sueltos en el andén, etc; todo ello a escasos meses de haber sido entregada al servicio de la comunidad.

El año pasado la Encuesta de Percepción Ciudadana de Barranquilla Como Vamos señaló que más del 40% de los barranquilleros consideran que sus trayectos son cada vez más demorados, quisiera saber el dato este año, el cual estimo aumentará, sin duda.

Termino como comencé: no nos podemos acostumbrar a que este caos sea nuestra cotidianidad; no nos podemos conformar. Sugiero que, para realizar la tarea como la están haciendo, es mejor que reguladores y guías no regulen nada y dejen al semáforo hacer su trabajo, pues con su acción generan mayor traumatismo.