Carlos Javier Velásquez Muñoz

Escuchando esta noche a la Ministra de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Luz Helena Sarmiento, en el Programa Hora 20 de Caracol Radio, no me queda más que afirmar, una vez más, que este país está perdido en razón de su falta de control, cuidado y  respeto por el medio ambiente.

La Ministra habló en la tertulia dedicada a la crisis ambiental en el Departamento del Casanare como consecuencia de una fuerte sequía que está afectando la fauna, flora y los servicios esenciales de los habitantes de esa zona del país. Al ser preguntada por las causas que han originado la crisis, la Ministra se despachó a gusto, echándole la culpa a todos, menos al Gobierno, y, por supuesto, a su Ministerio, que poco hace por la gestión ambiental del país.

Pero, ¿quién es esta Ministra de Medio Ambiente?

Luz Sarmiento es geóloga de la UIS de Bucaramanga y trabajó para la Empresa de Petróleos norteamericana Amoco, la misma que fue propietaria del accidentado barco petrolero Amoco-Cadiz en las costas de Galicia, España, en 1978. Como consecuencia de dicho accidente se produjo un vertido de 223.000 toneladas de crudo al mar.

Así mismo, Sarmiento fue gerente de medio ambiente de la Empresa Termoeléctrica de Santander; directora de relaciones externas de Ecopetrol; gerente de relaciones con la comunidad de Cerrejón y especialista socio ambiental del Banco Interamericano de Desarrollo.

Como ven, el medio ambiente de este país está en manos de una persona con UNA sensibilidad ambiental bastante “corporativa”.

Entre tanto, el Panel Intergubernamental de Expertos para la Lucha contra el Cambio Climático ha advertido y, así lo ha corroborado el IDEAM, que Colombia será junto a Pakistán, India e Indonesia, uno de los países más afectados por los efectos del Cambio Climático. De esta forma, mientras Estados Unidos y China aportan cerca del 60% de las emisiones totales de Gases de Efecto Invernadero, Colombia el 0.4%, llevará la peor parte.

Ahora, pensar en la aplicación efectiva del principio de la responsabilidad común pero diferenciada adoptado en la Carta de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, según el cual, todos los países tienen una responsabilidad compartida de cuidar el medio ambiente, pero deben adoptar medidas en proporción a su aporte efectivo en la degradación ambiental, es  pura ficción. En relación con el cambio climático, Kyoto fue un rotundo fracaso y  el pos Kyoto está en veremos.

Así las cosas, somos nosotros quienes debemos realizar los máximos esfuerzos por preservar y cuidar nuestro ambiente, presionar por que se adopten políticas públicas claras y con desarrollos normativos en relación con la mitigación y adaptación al cambio climático, y sobre todo, que quienes tengan a su cargo la cartera ministerial de medio ambiente, estén blindados frente a los intereses que ven el ambiente de manera utilitarista y como un obstáculo al “desarrollo”.