Primero que todo, en el momento en el que se encuentra un gatito debemos asegurarnos de que realmente se encuentre abandonado ya que se pueden presentar casos de gatos perdidos o que simplemente les gusta salir de sus hogares. Si está en buen estado físico, es juguetón y se muestra curioso, seguramente es un gatito travieso que enfrentará un gran regaño al volver a casa, si por el contrario se ve temeroso, hambriento, desconfiando o está en mal estado físico es posible que sea un gato abandonado.

Luego de asegurarnos de que sí sea un gato abandonado lo más importante es buscar la manera de ayudarlo y para esto les compartimos 5 maneras con las que puedes lograr el objetivo:

1. Aliméntalo y dale agua. Estas son necesidades básicas para el felino del cual no conocemos realmente su condición o cuando fue la última vez que pudo alimentarse e hidratarse.

2. Lo siguiente que podrías hacer es observar si el felino cuenta con alguna placa para reconocerlo o ayudar a dar con sus dueños.

3. Recuerda no tratar de cargarlo de primer contacto ya que puedes resultar herido, sus garras y sus colmillos son extremadamente filosos pero con el tiempo el gato te reconocerá y confiará en ti de una manera natural. Así si te ganas su confianza y puedes llevarlo a tu casa, podrías darle un hogar temporal en lo que encuentras a su familia o a una nueva familia que quiera adoptarlo. O bien podrías adoptarlo tú y darle un hogar y gozar de todos los beneficios que aporta tener un peludo en tu vida.

4. En caso de que decidas quedarte con él lo más recomendable es que lo lleves al veterinario para que le haga un chequeo, le ponga las vacunas que necesite y te dé las pautas de cuidados básicos para que el animal crezca fuerte y sano.

5. Llévalo a un lugar seguro: si no puedes adoptarlo y no encontraste quien quiera  y pueda hacerlo, llévalo a un refugio, albergue o casa hogar para que ellos se encarguen del gatito en lo que encuentra un nuevo hogar.

Siempre que puedas, intenta ayudar a estos pequeños gatitos que necesitan de una mano amiga.

Escrito por María Laura Patiño